
Relatos de curación
Por varios años me encontré con un problema familiar. Después de haber sido viuda por algún tiempo, contraje nuevamente matrimonio, y por ello mi familia se disgustó conmigo.
Años atrás sufrí de una hernia. Oré muy poco para sanar de esta dolencia y no obtuve ningún resultado positivo.
"Cuando el hombre es gobernado por Dios, la Mente siempre presente que todo lo entiende, el hombre sabe que para Dios todas las cosas son posibles". Estas palabras del libro de texto de la Ciencia Cristiana Christian Science: Pronunciado Crischan Sáiens.
Mi familia se interesó por la Ciencia Cristiana después que presenciamos la curación de un primo que cayó gravemente enfermo al llegar a nuestra casa para pasar unas cortas vacaciones. En contra de los deseos de la madre del niño, mi madre llamó a un médico porque creyó que ella no podía hacerse responsable de él.
Cuando encontré la Ciencia Cristiana mi estado mental era precario. Padecía de continua aparición de abscesos, orzuelos y sufría de pie de atleta.
Por más de cincuenta años me he apoyado totalmente en Dios. Por medio de mi estudio de Ciencia Cristiana he tenido muchas curaciones porque he obtenido una mejor comprensión de Dios y de mi parentesco con Él.
Las muchas curaciones que he experimentado a través de los años comprueban que verdaderamente es Dios "el que sana todas tus dolencias". Una de las más notables ocurrió en mayo de 1947.
Estoy muy agradecida al Amor divino por las muchas bendiciones que he recibido. Durante las primeras semanas de mi estudio de Ciencia Cristiana, desperté una noche y noté que mi madre había sufrido un ataque repentino y que había caído de la cama.
Mi primera relación con la Ciencia Cristiana ocurrió de la siguiente manera: Mi esposo y yo habíamos perdido nuestro primer hijo. Aunque en aquel entonces no era yo Científica Cristiana, me resistí a creer que el niño había muerto y no fui al funeral ni jamás he visitado su tumba.
Una noche, al regresar apresuradamente del trabajo a mi hogar, resbalé en el porche de mi casa y me golpeé la cabeza contra una gran maceta de cemento. Horas después, un compañero de trabajo me halló inconsciente y llamó por teléfono a una practicista de la Ciencia Cristiana.