Relatos de curación
Cuando trabajaba como enfermera le pregunté a una compañera de trabajo cuál era la razón de su éxito. Me respondió que el éxito que tenía en su trabajo lo atribuía al estudio de la Ciencia Cristiana.
Desde que puedo recordar, he estudiado y aplicado la Ciencia Cristiana. Pero una de las lecciones más difíciles para mí ha sido siempre aprender a expresarme con soltura.
Incesante gratitud a Dios por las enseñanzas de la Ciencia Cristiana y por Mary Baker Eddy, me impulsa a escribir este testimonio de una curación que tuvo lugar varios años atrás. Estaba yo sufriendo de desarreglos funcionales por un tiempo, acompañados de síntomas alarmantes.
Antes de conocer la Ciencia Cristiana, yo sufría de tuberculosis vertebral. Tuve que permanecer en un sanatorio durante un año entero; y después de estar bajo tratamiento y haber mejorado bajo el cuidado de un médico naturista, me dieron un corsé ortopédico que se suponía debía usar continuamente.
Mi gratitud por la Ciencia sanadora del cristianismo, tal como Jesús la enseñó y como Mrs. Eddy la interpretó y demostró espiritualmente, tiene raíces profundas y sostenedoras.
“La necesidad del hombre es la oportunidad de Dios”. Ésta es una gran verdad que hemos podido demostrar al vencer, por medio de la oración en la Ciencia Cristiana Christian Science: Pronunciado Crischan Sáiens.
Fue con mucha alegría que presencié la curación por la Ciencia Cristiana de un caso mental. Mi madre se sintió presa del desaliento y de la indiferencia y se volvió física y mentalmente inactiva.
Varías curaciones que experimenté por medio de la aplicación de la Ciencia Cristiana fueron relatadas en un testimonio publicado en 1957. Hoy quisiera mencionar una más.
“Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre” (Éxodo 20:2). Por medio del presente testimonio deseo expresar mi gratitud a Dios y a la Ciencia Cristiana por haberme liberado de la afición a las drogas y de la prisión.
En 1 962 pasé por una prueba muy severa pues enfermé de gripe y pulmonía. Con profunda humildad y gratitud deseo expresar mi reconocimiento por la dedicada practicista de la Ciencia Cristiana que permaneció día y noche ejerciendo su comprensión espiritual del hecho de que a mi verdadera identidad, como idea espiritual de Dios, en ningún momento puede tocarla enfermedad alguna, destruirla ni causarle daño.