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La Ciencia Cristiana* me fue presentada en...

Del número de agosto de 1974 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens. me fue presentada en el año 1951 por una querida amiga, y desde entonces mi hija y yo hemos percibido la importancia de aplicar en nuestra vida diaria nuestra comprensión de su eficacia sanadora. Hemos tenido muchas pruebas de su poder sanador y protector.

Durante muchos años sólo me había sido posible ingerir muy poco alimento sólido. Estaba sufriendo de un grave desorden estomacal y de una severa hemorragia. Esta condición continuó hasta un punto en que me puse muy débil y nerviosa. Los médicos que consulté parecían incapaces de recomendar una cura. A pesar de que me esforzaba por cumplir con los quehaceres diarios de mi hogar, me era muy difícil mantenerme activa durante más de dos horas consecutivas, después de lo cual me veía obligada a recostarme y descansar.

Cuando mi amiga me ofreció el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, comencé a leer el primer capítulo, “La Oración”, y a medida que leía mi corazón se llenaba de gozo. Inmediatamente después pude ingerir mi primera comida normal en muchos años, al comprender la verdad de las palabras de Cristo Jesús: “No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber” (Mateo 6:25). A medida que comía, decía el Padrenuestro con su interpretación espiritual que aparece en el libro de texto en las páginas 16 y 17. Las siguientes palabras son de esta oración:

“Danos hoy nuestro pan de cada día;
Danos gracia para hoy; alimenta los
afectos hambrientos”.

El temor de que el alimento pudiera tener algún efecto sobre mi salud desapareció, y pude comer todo lo que me presentaban. Percibí que la Vida es Dios, y que mi vida no dependía de ningún medio material — que la vida es espiritual y que nuestra armonía depende de la vida espiritual correcta al expresar las buenas cualidades que nuestro Padre-Madre Dios nos ha otorgado.

A medida que leía el libro de texto, comprendí que la salud es una condición de la Mente y no de la materia, y que la salud verdadera es espiritual, un estado de consciencia real. También recibí tratamiento de un practicista de la Ciencia Cristiana, quien pacientemente me prestó su apoyo, y a pesar de que me tomó algún tiempo para sobreponerme a esta condición completamente, poco a poco recobré las fuerzas mediante mi estudio diario y mi aplicación de la Ciencia Cristiana, y el devoto trabajo de la practicista. Mi salud fue restablecida.

Las siguientes palabras de la Sra. Eddy que aparecen en la página 393 del libro de texto me ayudaron mucho: “Sed firmes en vuestra comprensión de que la Mente divina gobierna y que en la Ciencia el hombre refleja el gobierno de Dios”. Y en la misma página dice: “La Mente tiene dominio sobre los sentidos corporales, y puede vencer la enfermedad, el pecado y la muerte.. . Levantaos en la fuerza del Espíritu para resistir todo lo que sea desemejante al bien. Dios ha hecho al hombre capaz de esto, y nada puede invalidar la capacidad y el poder divinamente otorgados al hombre”. Aprendí que el hombre posee dominio y que Dios, el Espíritu, constituye nuestra verdadera identidad. A medida que discernía la verdadera naturaleza de Dios y trataba de expresar Sus cualidades en mi vida diaria, me aportaba gozo y paz y me inspiraba con el propósito de vivir de acuerdo con esta Ciencia y de compartirla con mis semejantes.

Recientemente fui sanada de la mordedura de un mono. Esto ocurrió mientras trataba de ahuyentar a un pequeño mono que había entrado por una ventana en el departamento de una vecina. La sirvienta, que se encontraba sola, estaba atemorizada y pidió ayuda. Yo traté de echar fuera al mono con mi paraguas. El mono, tomándolo, saltó sobre él y me mordió el brazo muy fuertemente. La mordedura fue profunda. Al principio me dolió mucho, pero inmediatamente sentí amor por el pequeño animalito y lo vi de acuerdo con la declaración de la Sra. Eddy (ibid., pág. 514): “Todas las criaturas de Dios, moviéndose en la armonía de la Ciencia, son inofensivas, útiles e indestructibles”. El dolor desapareció gradualmente, no sentí molestia alguna, y a la semana, la herida había sanado.

Me siento sumamente agradecida a Dios, y a nuestro Mostrador del camino, Cristo Jesús, por haber recobrado la salud, por un sentido de provisión más amplio, por ser miembro de una iglesia filial y de La Iglesia Madre, y por haber tomado instrucción en clase lo cual me ha capacitado para servir más a la Causa de la Ciencia Cristiana; agradezco también a la Sra. Eddy, que ha dado a conocer esta verdad mediante su incansable labor.


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