
Relatos de curación
Por medio del estudio de la Ciencia Cristiana he tenido muchas demostraciones del poder sanador de Dios y de la maravillosa operación de Su ley eterna de justicia. En una oportunidad, en una propiedad vecina donde estaba instalada una industria, habían colocado en la pared medianera que daba a mi dormitorio un aparato que funcionaba desde las once de la noche hasta las cinco de la mañana.
Una declaración de Mary Baker Eddy que tiene un profundo significado para mí se encuentra en la página 247 de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “La inmortalidad, exenta de vejez o decaimiento, tiene su gloria propia, — el resplandor del Alma”. En cierta ocasión, cuando todavía no comprendía cabalmente la verdad de esta declaración, dejé que el enojo me dominara por un dolor intermitente que sentía en la mandíbula inferior.
No tengo palabras con qué expresar mi inmenso agradecimiento por la Ciencia Cristiana que Mrs. Eddy legó al mundo y por la maravillosa prueba del poder sanador de Dios que hemos tenido en nuestra familia.
Tengo catorce años de edad. Nací y me crié en la Ciencia Cristiana.
“Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios” (Marcos 10:27). Hace muchos años, cuando trataba de solucionar un problema de unas protuberancias que me habían aparecido en el pecho, me di cuenta de que, como Científica Cristiana, tenía una oportunidad para probar el poder de Dios sobre la enfermedad.
La Ciencia Cristiana Christian Science: Pronunciado Crischan Sáiens. ha sido para mí la mayor bendición en mi vida, y he experimentado muchas curaciones admirables.
Conocí la Ciencia Cristiana en julio de 1941. Desde entonces mi vida ha cambiado completamente.
Durante un vuelo sobre el Océano Pacífico pude comprobar el poder sanador de la Ciencia Cristiana. Mi familia y yo habíamos pasado nuestras vacaciones fuera de los Estados Unidos.
Meses atrás, mientras ejecutaba ciertos ejercicios de gimnasia, me disloqué un pie. Sentí un dolor muy desagradable que me dificultaba caminar normalmente.
Cuando nací parecía estar en perfectas condiciones, pero a la edad de cuatro años caí enferma con lo que el médico de la familia diagnosticó como sarampión, congestión pulmonar y meningitis. Mi condición empeoró y hubo una consulta de médicos.