
Relatos de curación
Oré para comprender mejor y sentir más que Dios y Su amor son la única realidad. Razoné que Dios no crearía una enfermedad ni permitiría la existencia de nada que pudiera dañar a Sus hijos, y esto me ayudó a estar menos impresionado por los síntomas.
Amplié mis oraciones para reconocer que la verdadera visión es espiritual, otorgada por Dios, quien es el Espíritu mismo. Por lo tanto, este sentido espiritual está intacto y no está circunscrito por la materia o lo físico.
Con el apoyo amoroso y las oraciones del practicista de la Ciencia Cristiana, nuestra hija llegó sana y salva el día de Navidad. Estábamos muy agradecidos por esta evidencia del cuidado y la protección de Dios.
Todo lo que Dios hizo es perfecto, espiritual e indestructible, y Él lo hizo todo. Los dientes en realidad representan la sustancia y la única sustancia es el Espíritu, Dios. Y puesto que el Espíritu es perfecto y eterno, es imposible que el Espíritu o su expresión se deterioren o se inflamen.
Me regocijé, porque esta curación representaba el reino de los cielos, el reino de la armonía, lo que entiendo que es la perla de gran precio (véase Mateo 13:45, 46) que no se puede comprar con dinero, sino que se experimenta al estudiar y practicar la Ciencia Cristiana.
Solo necesitaba saber que Dios ya me había hecho perfecta. Descubrí que podía estar infinitamente agradecida por este hecho y confiar en Él con todo mi corazón.
Una vez que la base espiritual de la existencia del hombre se estableció en mi pensamiento, denunciamos y descartamos todo lo que no era espiritual, tal como el físico y la impureza, porque nada más que el bien puede ser parte de la imagen y semejanza de Dios.
La sustancia es Dios, la fuente de toda existencia; no está en la materia. Debido a que Dios es el Principio, el orden divino permanece perfecto e inalterado. No puede haber fragmentos ni fracturas. El reino de Dios es perfectamente estable.
El progreso de la curación llegó temprano una mañana, cuando las verdades que había estado estudiando surgieron como una planta que extiende sus brotes verdes.
Comencé a tomar más consciencia del hecho de que soy espiritual, puesto que Dios es Espíritu y todo en el universo de Dios lo refleja a Él; así que nada podía hacerme daño.