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Original Web

Sentir el amor de Dios sana

Del número de abril de 2025 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 27 de enero de 2025 como original para la Web.


En enero de 2022, cuando comenzaron a disminuir las restricciones impuestas debido al Covid-19 en los Estados Unidos, nuestra extensa familia se reunió en un parque temático en Florida para unas vacaciones de una semana. Respetamos los protocolos que aún estaban vigentes y pasamos un tiempo maravilloso juntos.

Sin embargo, una tarde hacia el final de la semana, mientras estaba solo en el parque temático, me enfermé con lo que parecían ser síntomas de Covid. De inmediato regresé al hotel. No pude hacer mucho por mí mismo, pero me comuniqué con una practicista de la Ciencia Cristiana para que orara por mí. Estaba solo en nuestra habitación del hotel y muy agradecido de que la practicista respondiera rápidamente a mi mensaje de texto asegurándome que me ayudaría. Compartió conmigo tranquilizadoras ideas acerca de la Verdad divina, incluido el hecho de que, por ser creación de Dios, no me podía faltar fuerza, porque expreso Su omnipotencia. Pude descansar tranquilamente hasta que mi esposa y mi hija regresaron. 

Además de sentirme mal, me preguntaba cómo afrontar los próximos días. Habíamos previsto salir del hotel a la mañana siguiente, un viernes, y teníamos que conducir más de ochocientos kilómetros para llegar a casa. Le expliqué esta preocupación a la practicista.

Mi esposa llamó a la recepción para preguntar si podíamos extender nuestra estadía. Al principio la respuesta fue negativa, ya que sería la primera noche de un fin de semana ajetreado en el hotel. Pero ella se sintió divinamente guiada a preguntar nuevamente, y el hotel extendió nuestra estadía dos noches. 

Al día siguiente me quedé en la cama. Escuchar la Lección Bíblica del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana de esa semana me dio muchas verdades sanadoras para reflexionar, pero los síntomas me asustaban. Al mismo tiempo, noté que la practicista estaba tranquila. No tenía miedo por mi bienestar y expresó confianza en el cuidado de Dios por mí y por todos. Esto me animó. Oré para comprender mejor y sentir más que Dios y Su amor son la única realidad. Razoné que Dios no crearía una enfermedad ni permitiría la existencia de nada que pudiera dañar a Sus hijos, y esto me ayudó a estar menos impresionado por los síntomas. 

Esa noche y al día siguiente me sentí mucho mejor. La practicista me alentaba suavemente con un buen sentido del humor en sus correos electrónicos y continuó tratándome a través de la oración. Cada vez que me comunicaba con ella, siempre estaba disponible con renovadas certezas de la verdad espiritual.

Para cuando terminó nuestra estadía prolongada el domingo por la mañana, yo estaba bien. Participamos en el servicio dominical en línea de nuestra filial de la Iglesia de Cristo, Científico, salimos del hotel y comenzamos el viaje de dos días a casa. Me sentí renovado y participé en la conducción. En cada parada del camino, pude distanciarme de los demás, como se requería en ese momento. Y estoy agradecido de que ni mi esposa ni mi hija jamás experimentaron ningún síntoma y que yo jamás volví a tenerlos.

Mary Baker Eddy escribe: “En épocas de enfermedades contagiosas, los Científicos Cristianos se esfuerzan por elevar su consciencia al verdadero sentido de la omnipotencia de la Vida, la Verdad y el Amor, y la comprensión de esta gran realidad en la Ciencia Cristiana pondrá fin al contagio” (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 116).

Michael Hamilton
Salem, Massachusetts, EE.UU.

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