Relatos de curación
Hace unos años, a principios de unas muy deseadas vacaciones, que habían requerido meses de planeación, inversión económica y mucha expectativa, noté que tenía un bulto en la parte superior de una de mis orejas. Era doloroso, y yo tenía miedo de que esa condición no me permitiera disfrutar de mi tan esperado viaje.
Quiero aprovechar la oportunidad para expresar mi profunda gratitud por la Ciencia Cristiana, por la gracia, la guía y el cuidado de Dios. Conocí la Ciencia Cristiana hace muchos años gracias a una buena amiga.
Quiero compartir con ustedes la experiencia que mi hijo adulto y yo tuvimos que pasar hace más de un año. No sé qué palabra usar, puesto que la palabra gratitud no es lo suficientemente fuerte para la curación que tuvo mi hijo.
Desde niña mis familiares me decían que como mis dos abuelas tenían diabetes, yo también sufriría de ella, por lo que crecí con la idea de que esa enfermedad era inevitable y natural. Ya de jovencita comencé a tener todos los síntomas que tenía la abuela que vivía conmigo, por lo que me hacían análisis regularmente, y vivía haciendo un régimen estricto.
Desde niño, la temporada del harmatán siempre había sido muy difícil para mí. Con frecuencia sentía mucha angustia cuando se acercaba esta época.
Encontré la Ciencia Cristiana hace casi 20 años. De a poco comencé a estudiar la Lección Bíblica de la Ciencia Cristiana, compuesta por pasajes tomados de la Biblia y de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy.
Cuando tenía poco más de veinte años, de pronto enfermé de fiebre del heno. Durante mi niñez, rara vez había estado enferma, de modo que enfrentar de golpe una alergia era una experiencia nueva para mí.
Hace unos años, un grupo de amigos y yo fuimos invitados a la celebración de un casamiento. Inmediatamente después de asistir, cada uno de nosotros recibió una llamada anónima informándonos que habíamos sido envenenados por error.
En 2009, una semana antes de Navidad, estaba de visita en la casa de un amigo, cuando decidimos hacer una cobertura para un pastel que su mamá había preparado. Sugerí que hiciéramos dulce de leche.
Una experiencia que tuve hace algún tiempo, me enseñó una vez más en qué consiste la curación cristianamente científica: desarrollo espiritual, obtener una vislumbre más profunda de la realidad espiritual, y ampliar nuestra percepción del verdadero concepto del hombre. En aquel entonces yo estaba sufriendo de una condición muy desagradable que en ocasiones me causaba un dolor tan intenso, que terminé por consultar con un médico, quien diagnosticó que era herpes, y cuyo tratamiento incluía la prescripción de píldoras.