
Relatos de curación
Yo había escuchado a veces a la gente hablar de los ataques de pánico, y siempre me había preguntado cómo era posible que la gente permita que el temor predomine de tal manera, que ya no puede manejar un auto o teme ir a lugares públicos. ¡Jamás me hubiera imaginado que un día el temor y el pánico se apoderarían de mí! Al recordar lo ocurrido, me doy cuenta de que al escuchar estos informes sobre los ataques de pánico, inadvertidamente había dado poder y vida al problema, en lugar de negar su poder y realidad como nos enseña la Ciencia Cristiana.
Cuando nació mi primer hijo, enfrenté un gran desafío. La doctora vino a nuestro cuarto en el hospital de maternidad, y nos dijo que a mí me podían dar de alta, pero que el niño debía permanecer en el hospital debido a una incompatibilidad sanguínea que tenía conmigo.
Teníamos un hermoso terreno de 2600 metros cuadrados, muy bien ubicado, a la entrada del pueblo donde vivimos, junto a un gran estacionamiento. En Francia, cuando la gente compra un lote para construir, necesita terminar la construcción en cuatro años.
El siguiente versículo de Proverbios en la Biblia, expresa para mí de forma concisa la experiencia que estoy por relatar: “Fíate del Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (3:5, 6).
Un día, iba de camino a almorzar con unos amigos, cuando sentí una puntada muy fuerte en el pecho. No le di mucha importancia ni comenté nada.
En 1995, un mes antes de mi boda, salí a almorzar con una amiga y compañera de trabajo. Nuestra oficina se encontraba en una calle de cuatro carriles con mucho tráfico, la cual, por lo general, a esa hora del día, estaba tranquila, y había un semáforo para peatones justo afuera de la entrada de nuestro edificio.
Un día, hace alrededor de un año, me desperté sintiendo como que todo en mi cuarto se me venía encima. La cabeza me daba vueltas y no lograba fijar la mirada.
El relato bíblico que cuenta la historia de José es uno de mis favoritos. Enseña que no importa cuán mal parezcan las cosas, cuando uno mantiene su confianza en Dios, todo se resuelve para bien.
En una ocasión, teníamos planeado viajar con mi familia a Buenos Aires; yo iba a concurrir a una reunión de un día y el resto lo dedicaríamos para pasear por la ciudad. Nuestros hijos de 9 y 13 años iban a venir con nosotros.
La espiritualidad y la religión me habían interesado desde que era niña. Pero no lograba entender por qué mi familia estaba siempre afligida por el sufrimiento, las enfermedades y otros problemas.