Relatos de curación
Estoy muy agradecido a la Ciencia Cristiana por las bendiciones que me brinda con tanta frecuencia. Es un tesoro que tengo a mi alcance todos los días.
Una noche tarde, recibí una llamada del hospital de niños, diciéndome que mi hija de 20 años había sido atropellada por un automóvil, y estaba internada, muy grave. Comencé a orar de inmediato.
En Hechos 17:28 dice, refiriéndose a Dios: “Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos”. Hace más de un año, en mayo, al levantarme de la cama sentí un agudísimo dolor en la espalda.
Cuando mi hija mayor era una niña, vivíamos en el Prado, una zona muy bonita de la ciudad. A ella le encantaba andar en bicicleta con su amiguita.
Corría el año 1997. Desperté una mañana con un fuerte dolor en el estómago.
“Cada desafío a nuestra fe en Dios nos hace más fuertes”, escribió Mary Baker Eddy en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras (pág. 410).
Una mañana desperté muy temprano sintiéndome en un estado de descontrol total. Sentía un fuerte dolor de cabeza, tenía vómitos, diarrea y no podía pararme.
Hace cinco años, me dolía mucho doblar o estirar las piernas. Me costaba bastante andar sin cojear.
Conocí la Ciencia Cristiana en 2011 por medio de una amiga que vive en mi barrio. Leíamos juntas la Lección Bíblica semanal de la Ciencia Cristiana, y yo sentía una gran sensación de paz cuando hablábamos sobre los conceptos que estábamos estudiando en la Ciencia Cristiana.
¡A mí me encanta bailar! La danza es una expresión de cualidades como gracia, ritmo, disciplina, energía, alegría, agilidad, armonía y coordinación. Una noche, hace unos años, tuve que salir antes de tiempo de un certamen de baile debido a un dolor en la espalda.