Años atrás, tuve una experiencia que me demostró la habilidad de Dios para sanar y salvar en cualquier circunstancia, y me mostró que la oración puede traer curación cuando nos enfrentamos con la malaria o cualquier otra enfermedad.
Había estado en Níger, África Occidental, durante aproximadamente 11 meses, trabajando como voluntario para el Cuerpo de Paz, cuando empecé a presentar síntomas de malaria. De acuerdo con el protocolo y las regulaciones del Cuerpo de Paz, me pusieron bajo atención médica, y los doctores me diagnosticaron malaria.
Aunque pude volver a mi puesto en unos pocos días, cuando regresé a Estados Unidos aproximadamente un año después, los síntomas volvieron, incluso con más agresividad. Esta vez tuve la libertad de confiar totalmente en el tratamiento de la Ciencia Cristiana. Había hablado con un practicista de la Ciencia Cristiana cuando estaba en Níger, por lo que fue a ese mismo practicista a quien llamé nuevamente. Y, por supuesto, los dos dirigimos nuestra mirada hacia Dios como “nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmos 46:1).
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