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Libre de dolor muscular

Del número de junio de 2017 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Publicado originalmente en Le Héraut de la Science Chrétienne de Junio de 2017.


Algunos años atrás, un miércoles a la mañana, me desperté con dolor en la columna vertebral, y todos mis músculos estaban doloridos. Durante años había tenido que caminar varios kilómetros cada día para ir a trabajar, y mi oficio exigía mucho esfuerzo físico. ¿Había alcanzado el límite de mi resistencia corporal? Decidí quedarme en casa, y como Naamán que se bañó en el Jordán (véase 2 Reyes 5:1–14), me sumergí en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, para que la Ciencia divina, el Consolador, pudiera guiarme “a toda la verdad” (véase Juan 16:13).

Durante esta lectura, recibí la “visita de ángeles”, o mensajes inspiradores. Estos pensamientos puros y divinos me hicieron ver claramente que todo mi ser era la expresión o imagen del Espíritu; yo no era un objeto material. Así como mi cerebro no era la fuente de mi inteligencia, tampoco eran mis músculos o espina dorsal el pilar de mi ser. El Principio universal, Dios, es el único apoyo de mi ser. “Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos” (Hechos 17:28).

Después de captar este nuevo punto de vista sobre la realidad, decidí vivirlo acudiendo a la reunión de testimonios de mi iglesia filial de La Primera Iglesia de Cristo, Científico, donde mis deberes me esperaban esa noche. Yo formaba parte del comité de bienvenida. Esto significaba que tenía que estar durante al menos media hora de pie sin sentarme. Oré en mi camino a la iglesia para poder, “estar ausente del cuerpo, y presente al Señor” como Pablo nos dice (véase 2o Corintios 5:8).

La curación se produjo en el camino, mientras captaba los hechos del Espíritu. Un tratamiento metafísico no consiste en aplicar el poder del Espíritu a la materia o a un cuerpo enfermo para sanarlo, sino en corregir el pensamiento erróneo o la creencia en la enfermedad con la verdad espiritual del ser. Esta oración incluye en sí misma la expectativa del bien y la comprensión de la irrealidad del mal y la perfección del hombre a semejanza de Dios. Acerca de la ilusión de la enfermedad, la Sra. Eddy escribe: “Se rompe el sueño de enfermedad al comprender que la enfermedad es formada por la mente humana, no por la materia ni por la Mente divina” (Ciencia y Salud, pág. 396)

Estaba curado. Y este dolor nunca ha vuelto. Realmente me di cuenta de que era sólo un sueño. “La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” (Hebreos 4:12, 13).

El Consolador, la Ciencia divina, espiritualiza nuestro pensamiento y nos aparta de las creencias materiales hasta que finalmente nos alejamos de toda visión material de la vida. Y al aceptar siempre que la consciencia divina es nuestra consciencia, nuestro pensamiento se mantiene elevado, y esta espiritualización del pensamiento se manifiesta en belleza y armonía en nuestra vida cotidiana.

Al día siguiente volví a trabajar, pero ahora estaba bien equipado con el entendimiento de lo que el Padre Nuestro nos enseña, a saber, que el reino, el poder y la gloria pertenecen a Dios.

Daniel Biwila
Brazzaville, República del Congo

Publicado originalmente en Le Héraut de la Science Chrétienne de Junio de 2017.

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