Relatos de curación
Sentirme en paz en el gobierno de Dios era parte de la curación que se estaba produciendo en mi pensamiento.
Como había aprendido de mi estudio de la Ciencia Cristiana, Dios es lo que me gobierna a mí y mis actividades. Además, debido a que Dios es Amor y no hay dolor en el Amor, yo no podía estar sufriendo.
Finalmente, esta diligente oración me ayudó a comprender profundamente que su verdadera identidad estaba completamente libre de cualquier registro de lo ocurrido.
Comprendí que ni esta persona ni yo podíamos ser utilizados como un medio para la sugestión de que somos cualquier cosa menos el reflejo de Dios, el bien, y podríamos ser una víctima o un victimario.
Todos los días buscaba maneras de expresar más paciencia, amabilidad y alegría. A su vez, los clientes respondían con mucho aprecio.
Oré para comprender que, si como nos dice la Biblia, Dios, el Amor divino, llena todo el espacio, entonces, ¿dónde hay espacio para la tristeza y la soledad? La respuesta: en ninguna parte.
Al igual que el hombre cojo cuyos huesos del tobillo recibieron fuerza, ¡quería saltar y alabar a Dios! Mi Padre-Madre Dios me había mostrado que nunca podía separarme de Su amor.
Sigo orando, sigo recibiendo pensamientos angelicales, sigo aprendiendo y avanzando.
Comprendí que, como imagen y semejanza espiritual de Dios, yo era en realidad la expresión de hermosas cualidades y que nada podía detener esa expresión.
Al realizar una larga excursión como parte de un grupo, la autora sufrió de síntomas de agotamiento, que le dificultaban su andar y sintió temor por su condición física en general. Al suceder esto, comenzó a orar y en cada etapa de la travesía se sintió entusiasmada y lista para reconocer la presencia del único Creador, el único Dios supremo que le mostraba Su belleza y armonía a cada paso.