Relatos de curación
Después que mi hermano mayor, quien era un gran apoyo para mí, falleció en 1977, tuve muchos desafíos. Más que nada, me preocupaba la salud de mi hija.
Crecí en Georgia, un país pequeño en el Cáucaso Sur. En Georgia, la mayoría de las personas son cristianos ortodoxos, y yo me crié en esa religión.
Había tenido varias curaciones físicas por medio de la Ciencia Cristiana, pero no había podido abandonar el hábito de fumar. Cada vez que pensaba que tenía que dejarlo, era peor y ¡más ganas de fumar me venían! Yo fumaba casi dos cajetillas de cigarrillos por día.
Un día, hace un año y medio, me desperté con un fuerte dolor de muela. El dolor era tan fuerte que no podía comer ni siquiera pensar con claridad.
Ocasionalmente voy de visita a Suiza y me gusta mucho nadar en el Lago de Léman, que queda cerca de donde me hospedo. Un día, me zambullí en el agua y nadé por un rato disfrutando de esta refrescante y linda actividad.
En diciembre de 2012, me desperté con dolor en el área de mis riñones y fuertes dolores en brazos y piernas. Nunca antes había yo experimentado algo así.
Una mañana, hace varios meses, me desperté con un dolor muy fuerte en un dedo, el cual se veía descolorido e inflamado. Me apoyé de inmediato en la oración, manteniendo esta protesta en mi pensamiento: ¡Sólo el Dios viviente reina! Entonces me vino un mensaje angelical que conocía de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy: “La Mente es la fuente de todo movimiento, y no hay inercia que retarde o detenga su acción perpetua y armoniosa” (pág.
Antes de conocer la Ciencia Cristiana, yo tenía un carácter muy irritable y reaccionaba con facilidad. Además, vivía siempre nerviosa y deprimida, con temor incluso de salir a la calle.
A mediados de 2012, mi brazo derecho se empezó a poner rígido y me dolía mucho cuando trataba de moverlo. Trabajo en el mantenimiento de máquinas industriales, y aunque soy el supervisor de mi departamento y no necesito utilizar los brazos con frecuencia para realizar mi trabajo, mis colegas comenzaron a notar el problema.
Oí hablar de la Ciencia Cristiana por primera vez cuando escuchaba un programa de radio en francés producido por El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Lo que más me llamó la atención fue la manera tan simple en que presentaba a Dios y todo lo que hace por cada uno de nosotros.