
Relatos de curación
Un día, hace un año y medio, me desperté con un fuerte dolor de muela. El dolor era tan fuerte que no podía comer ni siquiera pensar con claridad.
Ocasionalmente voy de visita a Suiza y me gusta mucho nadar en el Lago de Léman, que queda cerca de donde me hospedo. Un día, me zambullí en el agua y nadé por un rato disfrutando de esta refrescante y linda actividad.
En diciembre de 2012, me desperté con dolor en el área de mis riñones y fuertes dolores en brazos y piernas. Nunca antes había yo experimentado algo así.
Una mañana, hace varios meses, me desperté con un dolor muy fuerte en un dedo, el cual se veía descolorido e inflamado. Me apoyé de inmediato en la oración, manteniendo esta protesta en mi pensamiento: ¡Sólo el Dios viviente reina! Entonces me vino un mensaje angelical que conocía de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy: “La Mente es la fuente de todo movimiento, y no hay inercia que retarde o detenga su acción perpetua y armoniosa” (pág.
Antes de conocer la Ciencia Cristiana, yo tenía un carácter muy irritable y reaccionaba con facilidad. Además, vivía siempre nerviosa y deprimida, con temor incluso de salir a la calle.
A mediados de 2012, mi brazo derecho se empezó a poner rígido y me dolía mucho cuando trataba de moverlo. Trabajo en el mantenimiento de máquinas industriales, y aunque soy el supervisor de mi departamento y no necesito utilizar los brazos con frecuencia para realizar mi trabajo, mis colegas comenzaron a notar el problema.
Oí hablar de la Ciencia Cristiana por primera vez cuando escuchaba un programa de radio en francés producido por El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Lo que más me llamó la atención fue la manera tan simple en que presentaba a Dios y todo lo que hace por cada uno de nosotros.
Cuando mi hijita tenía un año y medio de edad, enfermó gravemente del estómago, y no retenía ningún alimento. La llevamos al médico quien, días después, decidió internarla en el hospital, pues no respondía a los medicamentos que le había prescrito.
En mayo de 1993, fui a visitar a una prima que vivía en China. Tenía pensado quedarme allí 20 días, pero más o menos al tercer día, empecé a sentir mareos y náuseas.
Durante más de 50 años he estudiado la Ciencia Cristiana, junto con la Biblia de Lutero, apoyándome en ellas para sanar y superar lo antes posible, problemas tales como, enfermedades y dolor o cansancio y estrés. Con frecuencia he tenido que luchar para obtener comprensión espiritual, pero he descubierto que todo el estudio de la Biblia y de la literatura de la Ciencia Cristiana es gratificante y me hace avanzar espiritualmente.