
Relatos de curación
Durante un viaje a Florida, desperté una mañana cubierta de picaduras de chinche y llena de ronchas. Ese día permanecí adentro de la habitación porque mi aspecto era muy desagradable y no quería molestar a nadie.
Hace cinco años, viajé a São Paulo, durante un fin de semana largo para visitar algunos familiares. El día que tenía planeado regresar, cerca de la hora del almuerzo, de repente sentí un dolor tan fuerte en la espalda y en las piernas que no podía moverme y miembros de mi familia tuvieron que llevarme hasta la cama.
Cuando tenía 18 años, me sentía profundamente deprimido. Además, tenía dolores crónicos en el abdomen, algo que ninguno de los médicos que consulté pudo curar.
Conocí la Ciencia Cristiana un año después del fallecimiento de mi esposo. En aquel entonces, el estudio de la Ciencia Cristiana me ayudó a superar los numerosos y diferentes desafíos que mis hijos y yo tuvimos que enfrentar.
Mi padre falleció hace seis años, y yo me sentía muy angustiada. Me sentía tan mal anímicamente, que no tenía ganas ni de levantarme de la cama.
Hace poco tuve una experiencia que me hizo entender que la Ciencia Cristiana nos brinda su ayuda inmediata en todo momento. Estaba en mi casa, instalando el tubo de una cortina, cuando al empujar con fuerza una parte para que entrara en una ranura muy estrecha, mi dedo pulgar y la uña se dieron totalmente vuelta al revés.
Quiero expresar mi gratitud por una curación que tuve hace muchos años. Fue en los años 70 cuando, un día, durante mi acostumbrado aseo matinal, descubrí un cambio inusual en una parte de mi cuerpo.
Hace tres años, mi marido y yo decidimos vender el apartamento donde habíamos estado viviendo durante 13 años. Habíamos reservado dinero para responder a otros compromisos, y otra parte para comprar una nueva propiedad.
En el invierno de 2013, tuve tos y catarro durante dos semanas, pero pude trabajar. No me pareció necesario orar, pero me alegré cuando desaparecieron los síntomas.
Quiero relatar mi testimonio para demostrar a todos aquellos que son nuevos en la Ciencia Cristiana que para sanar no es necesario tener una comprensión avanzada de la Verdad. La confianza que ponemos en Dios y en Su supremacía siempre puede liberarnos, como hizo en mi caso.