Relatos de curación
Una mañana, hace varios meses, me desperté con un dolor muy fuerte en un dedo, el cual se veía descolorido e inflamado. Me apoyé de inmediato en la oración, manteniendo esta protesta en mi pensamiento: ¡Sólo el Dios viviente reina! Entonces me vino un mensaje angelical que conocía de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy: “La Mente es la fuente de todo movimiento, y no hay inercia que retarde o detenga su acción perpetua y armoniosa” (pág.
Antes de conocer la Ciencia Cristiana, yo tenía un carácter muy irritable y reaccionaba con facilidad. Además, vivía siempre nerviosa y deprimida, con temor incluso de salir a la calle.
A mediados de 2012, mi brazo derecho se empezó a poner rígido y me dolía mucho cuando trataba de moverlo. Trabajo en el mantenimiento de máquinas industriales, y aunque soy el supervisor de mi departamento y no necesito utilizar los brazos con frecuencia para realizar mi trabajo, mis colegas comenzaron a notar el problema.
Oí hablar de la Ciencia Cristiana por primera vez cuando escuchaba un programa de radio en francés producido por El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Lo que más me llamó la atención fue la manera tan simple en que presentaba a Dios y todo lo que hace por cada uno de nosotros.
Cuando mi hijita tenía un año y medio de edad, enfermó gravemente del estómago, y no retenía ningún alimento. La llevamos al médico quien, días después, decidió internarla en el hospital, pues no respondía a los medicamentos que le había prescrito.
En mayo de 1993, fui a visitar a una prima que vivía en China. Tenía pensado quedarme allí 20 días, pero más o menos al tercer día, empecé a sentir mareos y náuseas.
Durante más de 50 años he estudiado la Ciencia Cristiana, junto con la Biblia de Lutero, apoyándome en ellas para sanar y superar lo antes posible, problemas tales como, enfermedades y dolor o cansancio y estrés. Con frecuencia he tenido que luchar para obtener comprensión espiritual, pero he descubierto que todo el estudio de la Biblia y de la literatura de la Ciencia Cristiana es gratificante y me hace avanzar espiritualmente.
La Navidad pasada estaba limpiando la casa para poner el árbol y las decoraciones, cuando de pronto sentí que me desmayaba. Pensé en acostarme por un momento, pero una voz interior, una inspiración divina, me dijo: “¡No! tienes que hacer justamente lo contrario! Tienes que ‘despertar’ de este sueño falso, no dormirte en él!” Soy estudiante de la Ciencia Cristiana desde que era niña, y he podido comprobar a través de muchas curaciones que la enfermedad es un sueño falso que nunca forma parte de la realidad espiritual.
Mi primera menstruación ocurrió cuando tenía 13 años de edad. Era muy doloroso, irregular, abundante y duraba varios días.
En una oportunidad, me encontré con una amiga a quien hacía mucho tiempo que no veía. Ella me contó que había tenido una seria infección en el riñón.