Editoriales
Con todas las noticias de dolor y sufrimiento que hay alrededor del mundo no es de sorprender que, a veces, toquen nuestra propia puerta mental. En esos momentos, es útil recordar que no somos víctimas indefensas.
Hay un refrán que dice: “Si lo único que tienes es un martillo, todo te parecerá un clavo”, lo cual ilustra la lamentable tendencia del pensamiento humano a suponer que una forma arraigada y prescrita de hacer las cosas puede aplicarse con eficacia a cualquier problema que enfrentemos. Por supuesto, lo que se necesita es tener la honesta y humilde disposición de considerar cualquier problema y discernir lo que realmente se necesita, en lugar de suponer desde un principio cuál debería ser la solución.
La proliferación y aleatoriedad de los ataques terroristas en el mundo han preocupado a los simples ciudadanos. Han hecho que nos preguntemos qué medidas podemos tomar nosotros, como individuos, para contribuir a la seguridad de nuestras familias, comunidades y el mundo.
¿Y si todas las verdades espirituales y metafísicas que se encuentran en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras , por Mary Baker Eddy, fueran ciertas ahora? ¿No parece extraño incluso plantear tal pregunta? Puede que alguien responda: “Bueno, llevo leyendo Ciencia y Salud casi toda mi vida y creo que todo lo que he leído es absolutamente cierto”. Pero cuando se pregunta de manera ligeramente diferente: “¿Crees que estas verdades son ciertas para ti ahora mismo?”, la respuesta puede que muestre indicios de reserva.
En esta época de Navidad, muchos cristianos alrededor del mundo se regocijan pacíficamente en el advenimiento del Cristo y su promesa para el mundo. Otros se encuentran en lugares azotados por la guerra, manteniendo la fe lo mejor que pueden.
En mi ciudad parece que las banderas están a media asta con más frecuencia que nunca, indicando el fallecimiento de personas muy veneradas. Esto me recuerda que cada día millones de personas están de luto por la pérdida de alguien.
Hay personas que se sienten muy cerca de Dios. Creen que Dios cuida de ellos y que pueden contar con Su cuidado.
¡Sí, tú tienes autoridad! ¿Cómo lo sé? Lo sé porque la autoridad de la que estoy hablando le pertenece a todos. No es una autoridad que tenga nada que ver con rangos o posiciones humanas, ni tampoco con el tiempo que una situación difícil pueda haber estado pretendiendo tener autoridad sobre ti.
A todos nos gustaría liberarnos de los sufrimientos propios de la materia. Cristo Jesús, a quien Dios envió porque “de tal manera amó Dios al mundo”, demostró que es realmente posible demostrar esta liberación.
Era una imagen poderosa para una tierra árida. Para el profeta, la paz no era simplemente la ausencia de conflicto, es decir, calma o tranquilidad.