
Editoriales
¡Sí, tú tienes autoridad! ¿Cómo lo sé? Lo sé porque la autoridad de la que estoy hablando le pertenece a todos. No es una autoridad que tenga nada que ver con rangos o posiciones humanas, ni tampoco con el tiempo que una situación difícil pueda haber estado pretendiendo tener autoridad sobre ti.
A todos nos gustaría liberarnos de los sufrimientos propios de la materia. Cristo Jesús, a quien Dios envió porque “de tal manera amó Dios al mundo”, demostró que es realmente posible demostrar esta liberación.
Era una imagen poderosa para una tierra árida. Para el profeta, la paz no era simplemente la ausencia de conflicto, es decir, calma o tranquilidad.
Muchos de nosotros conocemos la historia de Noé en la Biblia; que Dios le ordenó que construyera un arca, un barco grande que albergó a Noé, a su familia y muchos animales, durante una inundación de aparentemente inigualable magnitud. Aun cuando las aguas subieron, mediante su sencillo entendimiento de Dios y obediencia a Su mandato, Noé y su familia estuvieron a salvo.
A veces, es posible que nos sintamos personalmente responsables de nuestros problemas, o personalmente responsables de resolverlos. Si por cualquier razón nos sentimos abrumados por un sentido de culpa, o un falso sentido de responsabilidad, nuestras oraciones mismas pueden ser aflictivas.
Recientemente, estaba mirando en Internet algunos de los testimonios de la Ciencia Cristiana ocurridos a lo largo de varias décadas, y me sorprendió el asombroso contraste que existe entre la abundante información que hay hoy en día en los medios sociales, y esas “fotos instantáneas” de la vida que llegan cada semana y cada mes en forma de testimonios de curaciones. En lugar de ser “selfies” (en fotografías o palabras) mostrando los “últimos” logros y opiniones de la familia, los testimonios son apropiados para contar los momentos sagrados que cambiaron una vida.
Todo lo que Cristo Jesús enseñó reflejaba la supremacía del amor de Dios por el hombre, y Jesús dio prueba de sus enseñanzas al vivirlas. Su resurrección fue la demostración culminante para toda la humanidad, de que solo el Amor divino es Vida.
Cuando estamos anticipando algún suceso feliz u ocasión placentera, tal vez lo anotemos en nuestro calendario, e incluso contemos los días al acercarse el momento. Quizá la ocasión requiera preparación.
A veces parece como que somos nuestros peores enemigos. Tendencias y rasgos de carácter obstinados contrarios a nuestros más elevados deseos, a menudo parecen quedarse afianzados como malezas imposibles de extirpar.
En su obra principal, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, Mary Baker Eddy incluye un capítulo (La expiación y la eucaristía), en el cual comenta detalladamente acerca del sacrificio, triunfo y ejemplo de Jesús.