Editoriales
La gratitud disminuye nuestros temores y abre nuestros corazones al Cristo —el mensaje de Dios de la realidad espiritual— que imparte soluciones inspiradas a nuestras necesidades. Un corazón incondicionalmente agradecido nos eleva a la consciencia misma de la bondad de Dios que saca a la luz la salud, los recursos suficientes y la felicidad.
Percibir esta libertad otorgada y reflejada por Dios sana nuestras mentes y cuerpos
Cada curación en la Ciencia Cristiana demuestra el orden del cielo en la experiencia presente. La ley divina está en pleno funcionamiento a cada momento, y la curación verdadera subordina, tanto al paciente como a la ley natural, al designio inquebrantable del Amor divino.
Dios es Todo, la única Vida y Mente, y los hijos de Dios pueden ser movidos sólo a sonreír amablemente, amar sin esfuerzo y vivir en armonía.
La paz está intrínsecamente ligada a lo que el amor realmente es y hace: a Dios como el Amor infinito que nos bendice a cada uno de nosotros, a nuestra propia expresión del amor de Dios día a día y momento a momento.
¿Cuánto de lo bueno en nuestras propias vidas pasa desapercibido o se da por sentado?
Es vital no dejarse influenciar por temores o creencias educadas erróneas; es decir, no aceptar como verdadero lo que no es verdadero. En cambio, necesitamos dejar que las ideas espirituales de Dios impregnen nuestros pensamientos y nuestra vida.
Estamos hechos para amar, no para odiar o herir, ya sea a los demás o a nosotros mismos. Y estamos hechos para vivir en afectuosa relación con todos porque el Dios que nos hizo es el Amor mismo y el único poder verdadero. Esta es la única explicación para el continuo llamado del Cristo a que sus seguidores amaran a todos: conocido o extraño, familia o enemigo.
La Mente divina por sí sola causa, condiciona y establece a los suyos. El hombre es posesión de la Mente.
El poder de Dios es el que debemos tener. Es omnipotente, todo poder. A medida que el Cristo, la Verdad, nos eleva hacia el sentido espiritual de Dios como la única autoridad sobre nosotros, hallamos que la Verdad es el poder divino que demuestra la salud que Dios nos ha dado.