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Original Web

EDITORIAL

Ser una oveja, no un pastor

Del número de julio de 2023 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 3 de abril de 2023 como original para la Web.


Las ovejas a menudo tienen mala reputación. Ser una oveja normalmente connota seguir ciegamente, ser tímido o débil, o, generalmente, no pensar por uno mismo. Pero ¿qué diríamos si ser como una oveja significara, en cambio, ser manso, inocente, receptivo a la Verdad, Dios? ¿Y si expresar estas cualidades fuera realmente el camino a seguir en la vida; si fuera como debemos vivir para traer curación a nuestra vida y a la de los demás? El tan conocido Salmo 23 del rey David aboga por esto. 

Al referirse a Dios como nuestro Pastor, escribió que nada nos puede faltar. Que seremos conducidos a delicados pastos y pastoreados junto a aguas de reposo (para satisfacer el hambre y la sed), y consolados en el valle de la sombra (que puede ser peligroso para las ovejas), y el bien y la misericordia nos seguirán todos los días de nuestra vida.

Mary Baker Eddy, la Fundadora de la Ciencia Cristiana, ilustra esta relación con Dios como nuestro Pastor en su poema “Apacienta mis ovejas”: 

La colina, di, Pastor,
cómo he de subir;
cómo a Tu rebaño yo
debo apacentar.

Fiel Tu voz escucharé,
para nunca errar;
y con gozo [por el
camino abrupto seguiré].
                      (Escritos Misceláneos, pág. 397, según versión en inglés).

Este poema expresa el anhelo de saber no a dónde ir o con quién, sino cómo. Y el Salmo 23 da una respuesta: con quietud. Cuando la mente humana se aquieta, la dirección divina se escucha claramente. Esto se debe a que la reconfortante voz del Pastor siempre nos está hablando, pero no siempre la escuchamos cuando estamos abstraídos en nuestro pensamiento. El bien que resulta de dejarnos pastorear de esta manera demuele cualquier urgencia de la condición humana y calma la ira, la agitación, la angustia o la preocupación.

Seguir a Dios como Pastor es aceptar nuestra propia naturaleza verdadera: es escuchar y confiar en la dirección de Dios y buscar Su guía en todo lo que hacemos. Como afirma Eddy en La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea: “Recuerda, no puedes ser llevado a ninguna circunstancia, por más grave que sea, en la que el Amor no haya estado antes que tú y en la que su tierna lección no te esté esperando. Por lo tanto, no desesperes ni murmures, porque aquello que procura salvar, sanar y librar, te guiará, si buscas esta guía” (págs. 149-150). 

Buscar la guía de Dios satisface la profunda hambre por las cosas del Espíritu. Esto aleja el egocentrismo y nos permite discernir la verdad de la existencia. El pensamiento se posa cada vez más en la sustancia y la seguridad de la comprensión espiritual y deja la abstracción que se basa en el análisis humano. 

Para progresar en la curación, se requiere comprensión espiritual. Un estudio de la Ciencia Cristiana desplaza el pensamiento de un sentido material de las cosas a lo espiritual. Cuando el pensamiento está anclado en la bondad de Dios, se produce el cambio. Abandonamos todo sentido de bondad personal —ya sea como una carga o como satisfacción propia al pensar que nosotros mismos somos nuestra propia fuente de toda guía y logro— ante el conocimiento de que el hombre es la semejanza espiritual de Dios. Mantener con firmeza la Verdad en el pensamiento elimina la creencia de que somos mortales vulnerables. Estar conscientes de la sustancia del Espíritu infinito nos introduce continuamente en la casa, o consciencia, del Amor divino, Dios, donde moramos para siempre y nos movemos por el impulso del Amor en lugar de por las tendencias humanas.

Cristo Jesús mantuvo esta conciencia de seguir a Dios como el Pastor. Hizo evidente el hecho espiritual de la relación inquebrantable del hombre con Dios. Sus palabras y obras surgían de la actividad del Cristo, la verdadera idea de Dios y del hombre, el cual lo animaba y dirigía todos sus pasos. 

Al valorar la idea espiritual, la realidad de la omnipotencia de Dios y la receptividad natural e incontenible del hombre al poder divino, perdemos proporcionalmente el temor y todo sentido de carga. Confiar en Dios como Pastor es renunciar a la necesidad de controlar los resultados y las circunstancias. No podemos considerarnos a cargo y a su vez ceder a la guía divina. No somos pastores adjuntos, ¡somos las ovejas! 

Las ovejas representan mansedumbre, dulzura y obediencia, y hallan fortaleza y bienestar en el pastor y en el redil. Ser una oveja es seguir al Pastor, Dios; es reflejar la actividad divina que no se cansa, el afecto que jamás está ausente o es insuficiente, y disfrutar de la compañía de otros que se esfuerzan por hacer lo mismo. La Ciencia Cristiana transforma el pensamiento, y revela a través de la verdad espiritual al hombre y al universo de la creación de Dios. En este redil sagrado, el Amor divino cuida de los suyos, a través de cada “camino abrupto”. 

Larissa Snorek, Redactora Adjunta

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