Editoriales
Antes que el mundo fuese, el Cristo era. Y después de que el mundo termine, el Cristo aún será.
Era un día como cualquier otro. Nada en especial había ocurrido.
Algunas personas, al reflexionar sobre la década del 60, han notado un espíritu especial. A pesar de los trastornos de la época, frecuentemente se percibía un sentimiento poco común de preocupación por los demás, una acentuada percepción de la potencialidad de la humanidad, una efusión de gozo y libertad.
¿Qué ocurre cuando hemos sido privados de la comunicación afectuosa y personal de una amistad que ha sido muy apreciada? ¿Cómo podemos consolarnos? Podremos hallar consuelo en el relato de la amistad entre Julia S. Bartlett y Mary Baker Eddy.
Algunas personas creen que Jesús era Dios. Otras creen que fue simplemente otro profeta.
Desde Poole, Dorset, en Inglaterra, hasta Lake Stevens, Washington, y Scott Depot, Virginia Occidental en los Estados Unidos — lo que es más, desde diversas partes del mundo — hay niños que están dispuestos a ser considerados como seguidores de Cristo Jesús. Estos jóvenes están aprendiendo que el poder de Dios sana.
Hoy la Ciencia Cristiana pone a disposición de la humanidad el arte espiritual de la curación por la Mente divina que Jesús ejemplificó. La Mente, Dios — expresada en la consciencia humana mediante el Cristo, el mensaje sanador y redentor que Jesús enseñó y practicó— es siempre todopoderoso.
La Ciencia Cristiana ofrece una forma original, aunque práctica, de traer más paz, libertad y amor a los miembros de la familia. Nos muestra en dónde radica nuestro “parentesco” real al ayudarnos a comprender nuestro verdadero origen.
El tema concerniente a la sensualidad, el entregarse a un apetito para los placeres del cuerpo, necesita que se le preste más atención de lo que la sociedad le está dando. Las revistas, las películas y la publicidad se valen de la sensualidad como algo natural para atraer al público.
La oportunidad que tiene cada miembro de la iglesia de presentar la Ciencia Cristiana en forma más visible al público es un privilegio magnífico. Mientras nos mantengamos firmes en la comprensión de Dios que hemos discernido y demostrado, algo de suma importancia para la humanidad está tomando lugar.