Desde joven sentí el gran respeto que había en nuestro hogar por las Escrituras. Recuerdo que cuando mi madre nos llevaba a mi hermano y a mí a la cama, se quedaba con nosotros mientras repetíamos el Padre Nuestro. También recuerdo que el precepto moral de mi madre era que no debíamos decir mentiras porque una mentira trae otra y luego otra, hasta que inevitablemente estamos atrapados en una red de engaños y tenemos que enfrentar las consecuencias. La verdad siempre triunfa, solía decirnos.
Un firme precepto moral y espiritual cimentado sobre otro, “mandamiento tras mandamiento, ... un poquito allí, otro poquito allá”. Isa. 28:10. Es un método sencillo, arraigado en el corazón y en la mente de todo hombre, mujer o niño. En la verdad hay sencillez.
La Sra. Eddy se refiere a la sencillez de la Ciencia Cristiana. En un pasaje, escribe: “La Ciencia Cristiana parece abstracta al sentido mortal, pero el procedimiento es sencillo y los resultados son seguros si la Ciencia es comprendida”. Ciencia y Salud, pág. 459.
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