Editoriales
La televisión trae a nuestra propia mesa el hambre del mundo y sus muchos problemas. ¿Y quién no desea encontrar un camino para ayudar a solucionar los conflictos raciales, de hambre, de niños desaparecidos o de brutales opresiones? Hay suficientes problemas como para llorar a mares.
Es fácil ver cómo el pensamiento mueve la mano. Pero, ¿qué podemos decir de las llamadas funciones involuntarias, como el funcionamiento de los ojos, el corazón y el aparato digestivo? La Ciencia Cristiana nos enseña que lo que equivocadamente se llama acción involuntaria es el resultado del pensamiento, tan ciertamente como lo es la acción considerada como voluntaria.
Una hija estaba pensando en su madre. Al recordar los muchos años del tierno cuidado que había recibido de su madre, un inmenso sentido de amor y gratitud la embargó.
Durante este siglo veinte ha habido “guerras y rumores de guerras”, desde escaramuzas fronterizas hasta revoluciones y guerras mundiales; y aun cuando nuestro propio país no haya estado envuelto en ningún conflicto, durante la mayor parte de nuestra era siempre ha habido ejércitos luchando en algún lugar de la tierra. Por ejemplo, un año típico y reciente fue 1983, que para muchos puede que haya parecido ser un año relativamente pacífico.
¿Ha considerado usted alguna vez la situación del mundo y perdido las esperanzas de que la humanidad pueda ser redimida? Tal vez le hayan causado conmoción los casos más atroces de la crueldad del hombre, tanto hacia el hombre mismo como hacia los animales. O tal vez haya visto cómo la fluctuante norma moral de la sociedad rechaza valores por largo tiempo apreciados.
Quien esté perdido en medio de una noche sin estrellas o en una cegadora tormenta de nieve, aún puede orientarse mediante una brújula. La ciencia física explica que la aguja de la brújula es atraída por el campo magnético de la tierra.
Todo aquel que haya dedicado mucho tiempo a orar, pronto se da cuenta de que la oración es una actitud más que una declaración de determinadas palabras. Nos sentimos en paz con nuestras oraciones — esto es, sentimos que realmente hemos orado — cuando nos liberamos de aquel estado mental que constantemente se preocupa del pequeño yo humano y sus circunstancias, y llegamos al reconocimiento alentador de que la presencia de Dios está aquí con nosotros.
La fragancia de la Pascua de Resurrección es la fragancia del perdón. ¡Con qué ternura y valor Cristo Jesús perdonó aun aquellos que lo persiguieron y a quienes trató de elevar del vacío de la mortalidad! El ejemplificó abundantemente lo que la Sra.
Poco antes del comienzo del siglo veinte, en un discurso dirigido a los Científicos Cristianos, la Sra. Eddy les prevenía del serio peligro del imperialismo.
La mayoría de nosotros hemos leído sobre el triunfo de lo que llamamos el espíritu humano. Estos relatos intensamente conmovedores puede que se refieran a la supervivencia o a la superación de enormes escollos en la vida cotidiana.