Editoriales
La conmiseración y la compasión pueden ser dos cosas muy diferentes. ¿Nos vemos abrumados sintiendo conmiseración, que sencillamente se apiada con desesperación, o nos mueve la compasión? La respuesta determina hasta que punto podemos ser útil a quien necesite ayuda y al mundo.
No es de extrañarse que un paciente le diga a un practicista de la Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens) cuando le pide tratamiento: “Ayúdeme a elevar mis pensamientos”. Esto es un buen punto de partida para cualquiera.
Cuando por primera vez nos sanamos en la Ciencia Cristiana y nuestra vida mejora por completo, compartimos generosamente con los demás la maravillosa fuente de las bendiciones que hemos recibido. Pero si nuestros esfuerzos por compartir encuentran oposición, nos sentimos inclinados a pensar que hemos adquirido la “sabiduría” de no compartir.
Cada uno de nosotros posee maravillosos talentos otorgados por Dios. Nuestros talentos son recursos de gran valor, y el mundo es bendecido cuando los usamos correctamente.
La televisión trae a nuestra propia mesa el hambre del mundo y sus muchos problemas. ¿Y quién no desea encontrar un camino para ayudar a solucionar los conflictos raciales, de hambre, de niños desaparecidos o de brutales opresiones? Hay suficientes problemas como para llorar a mares.
Es fácil ver cómo el pensamiento mueve la mano. Pero, ¿qué podemos decir de las llamadas funciones involuntarias, como el funcionamiento de los ojos, el corazón y el aparato digestivo? La Ciencia Cristiana nos enseña que lo que equivocadamente se llama acción involuntaria es el resultado del pensamiento, tan ciertamente como lo es la acción considerada como voluntaria.
Una hija estaba pensando en su madre. Al recordar los muchos años del tierno cuidado que había recibido de su madre, un inmenso sentido de amor y gratitud la embargó.
Durante este siglo veinte ha habido “guerras y rumores de guerras”, desde escaramuzas fronterizas hasta revoluciones y guerras mundiales; y aun cuando nuestro propio país no haya estado envuelto en ningún conflicto, durante la mayor parte de nuestra era siempre ha habido ejércitos luchando en algún lugar de la tierra. Por ejemplo, un año típico y reciente fue 1983, que para muchos puede que haya parecido ser un año relativamente pacífico.
¿Ha considerado usted alguna vez la situación del mundo y perdido las esperanzas de que la humanidad pueda ser redimida? Tal vez le hayan causado conmoción los casos más atroces de la crueldad del hombre, tanto hacia el hombre mismo como hacia los animales. O tal vez haya visto cómo la fluctuante norma moral de la sociedad rechaza valores por largo tiempo apreciados.
Quien esté perdido en medio de una noche sin estrellas o en una cegadora tormenta de nieve, aún puede orientarse mediante una brújula. La ciencia física explica que la aguja de la brújula es atraída por el campo magnético de la tierra.