Cuando era niño me encantaba salir a buscar cosas. Mis abuelos vivían en una casa que estaba sobre la ribera de la desembocadura de un río, que era un lugar perfecto para descubrir pequeños objetos. Durante el período de vacaciones de verano, que pasaba con mis abuelos, esperaba todos los días que la marea bajara, y, entonces, lleno de entusiasmo, bajaba desde el muelle de mi abuelo hasta el lecho del río, y empezaba la búsqueda.
Mi hermano y yo encontrábamos fósiles de caracoles y dientes de tiburones y, de vez en cuando, lo que considerábamos el más grande de todos los botines: “puntas de flechas” de pedernal (en verdad puntas arrojadizas) dejadas hace miles de años por los indios americanos. Recuerdo con qué admiración y alegría hice esos simples descubrimientos.
Hay otra clase de descubrimiento que satisface nuestros corazones como nada más lo puede hacer, porque trae una luz maravillosa, regeneración y curación. El descubrir la verdad espiritual es abrir nuestra perspectiva a un nuevo universo. Vislumbramos las maravillas de la realidad divina, y empezamos a ver que, en efecto, ésta es la única realidad, la manera en que las cosas realmente tienen que ser.
Cuando captamos la luz de la revelación, nos damos cuenta de que la bondad de Dios es universal; es algo que no puede estar limitada. No está dividida. Continúa eternamente, llenando todo el espacio, porque Dios es el Espíritu infinito y omnipresente. Y dondequiera que Dios esté, allí también tiene que estar Su bondad ilimitada. Esto es más que suficiente para toda Su creación.
Cuando descubrimos cuán grande es la bondad divina, también empezamos a descubrir cosas maravillosas sobre nosotros mismos. Si Dios es del todo bueno y es Espíritu, entonces lo que El crea para manifestarse, o expresarse a Sí mismo, debe de ser bueno y espiritual. Como usted es la creación de Dios, su ser verdadero es espiritual. En verdad, usted refleja a Dios. Piense en la libertad, paz y poder para hacer Su voluntad que proporciona la comprensión de esta relación divina. Dios es Amor, Mente y Vida. El hombre es la emanación perfecta del Amor, la idea inteligente de la Mente infinita, la expresión eterna de la Vida.
Estas verdades espirituales se aprenden por medio de las enseñanzas de la Ciencia Cristiana. La Sra. Eddy ha aclarado las verdades científicas de la realidad divina en el libro de texto, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Este libro es el testimonio del amor profundo que la Sra. Eddy tenía por la Biblia, de su oración sincera que puso en práctica durante muchos desafíos, de su búsqueda incesante por la realidad y de su gran afecto por la humanidad. Ella anhelaba compartir la verdad que había sido un factor tan decisivo en su vida; la verdad que Dios le estaba revelando sobre la naturaleza espiritual de Su reino. Ella comprendió que tenía que compartir su descubrimiento con toda la humanidad.
Hoy, por medio de la Biblia y Ciencia y Salud, todos tenemos la oportunidad de hacer nuestros propios descubrimientos de la realidad. No obstante, puede que alguien pregunte: “¿Es eso todo lo que tengo que hacer, leer solamente un libro?”
Ciertamente, la Biblia y la luz que el libro de texto de la Ciencia Cristiana arroja sobre las Escrituras son suficientes para toda una vida de descubrimientos. Pero, a menos que abramos nuestros corazones y nuestros ojos, las palabras tal vez parezcan nada más que letras sobre una página. Un sentido espiritual es lo que se requiere para descubrir la verdad espiritual, y cultivamos el sentido espiritual por medio de la oración, la humildad, la purificación y una disposición para dejar de lado la voluntad humana y hacer la voluntad de Dios. En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy indica lo que se requiere cuando dice: “Es más fácil desear la Verdad que deshacerse del error. Los mortales tal vez procuren comprender la Ciencia Cristiana, pero no podrán cosechar de la Ciencia Cristiana las realidades del ser sin luchar por ellas. Esa lucha consiste en el esfuerzo por abandonar el error de toda índole y de no poseer otra consciencia que el bien”. Ciencia y Salud, págs. 322–323.
Cada uno de estos requisitos necesarios para descubrir la verdad espiritual por nosotros mismos, es un aspecto de la exigencia fundamental y cristiana de seguir al Maestro, Cristo Jesús. El dijo a sus discípulos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”. Lucas 9:23. Jesús también prometió: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”. Mateo 7:7.
Cuando seguimos al Maestro, cuando oramos y estudiamos, una nueva luz brilla sobre nuestras vidas. Vemos la realidad que creíamos estaba escondida. Somos transformados en Cristo y somos sanados. Vemos con admiración y alegría cada nuevo descubrimiento de la verdad, y es una alegría duradera.