Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Mesa redonda de los Redactores

Del número de marzo de 1987 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿No cree usted que quizás podríamos expresar entre nosotros — entre los maestros de Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), practicistas o miembros de la iglesia — de una mejor manera, un afecto franco y solícito?

El amor abnegado que existía entre los miembros leales de la comunidad cristiana, hizo posible que la iglesia cristiana de los primeros días constituyera un bloque de tal consistencia que ni siquiera el martilleo de la persecución lo podía romper. Y, ¡qué evidente es el efecto que tiene este espíritu de amor y unidad en una iglesia filial o en una Asociación de Alumnos de la Ciencia Cristiana! Es como pasar de una atmósfera neblinosa a otra llena de sol. El amor hace que la iglesia sea un lugar en donde la gente quiera estar. ¿Quién no quiere sentirse amado y atendido con sinceridad?

Nos estamos refiriendo a algo que va más allá de la amistad sencilla y familiar. Lo que realmente tiene efecto, no es la sonrisa superficial o el intercambio social refinado, en cuya base hay una vida que ha permanecido sin cambiar. Es el genuino espíritu del Cristo.

Y todos sabemos que esta demostración se manifiesta cuando desechamos el ego, la voluntad y las opiniones personales. También se manifiesta cuando estamos alerta a la acción divisiva del magnetismo animal. La comprensión de la unicidad de la Mente, el Espíritu, manifiesta la unidad que es tan natural para los Científicos Cristianos. Mary Baker Eddy nos da una clara pauta en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, cuando señala el proceso ineludible: “Cuando los preceptos divinos son comprendidos, desarrollan la base de la fraternidad, en la cual una mente no está en guerra con otra, sino que todos tienen un solo Espíritu, Dios, un mismo origen inteligente, de acuerdo con el mandato bíblico: ‘Tened dentro de vosotros esa Mente que estaba también en Cristo Jesús’ ”. Ciencia y Salud, pág. 276.

Dondequiera que este espíritu genuino del Cristo se manifiesta, hay crecimiento y progreso. Y se está manifestando.

Jesús dijo que sus seguidores serían identificados precisamente de esta manera. El dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”. Juan 13:34, 35.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / marzo de 1987

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.