Los cristianos fieles no se sentirían satisfechos si permanecieran estancados en su desarrollo espiritual. El impulso natural del cristiano encierra el deseo de servir a Dios y a la humanidad en mayor medida. Todos anhelamos avanzar, superarnos.
Para muchos de los miembros de la Iglesia de Cristo, Científico, uno de los pasos más importantes en su progreso espiritual es el de recibir instrucción en clase Primaria de Ciencia Cristiana. El Manual de La Iglesia Madre, escrito por la Sra. Eddy, ofrece a los Científicos Cristianos la oportunidad de hacer un curso intensivo de dos semanas en el que estudian y reciben instrucción de un maestro autorizado. La enseñanza está basada en un capítulo del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud, que también fue escrito por la Sra. Eddy.
El capítulo “Recapitulación” fue producto del propio trabajo de la Sra. Eddy, quien fue tanto la primera maestra como la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana. Ella escribe: “Este capítulo es de la primera edición del libro de clase de la autora, cuyo título de propiedad literaria se obtuvo en 1870. Después de mucho trabajo y gracias a una acrecentada comprensión espiritual, revisó dicho tratado para esta obra en 1875. Sus declaraciones están compenetradas de Ciencia Cristiana absoluta para elucidar la metafísica científica”. Ciencia y Salud, pág. 465.
“Recapitulación” consiste en preguntas y respuestas que abarcan una amplia gama de temas de esencial importancia para el estudiante del cristianismo científico. En él se presentan preguntas tales como: “¿Qué es Dios?”, “¿Cuáles son las exigencias de la Ciencia del Alma?”, “¿Qué es el hombre?”, “¿Quiere usted explicar lo que es la enfermedad y mostrar cómo debe uno sanarla?” y “¿Cómo puedo progresar más rápidamente en la comprensión de la Ciencia Cristiana?” Ver ibid., págs. 465, 467–468, 475–477, 493–495, 495–496. Entre las las varias preguntas y respuestas que contiene el capítulo, también se tratan importantes temas sobre la naturaleza de la sustancia e inteligencia verdaderas, y sobre cómo reconocer y destruir las pretensiones del error y del pecado. Ver ibid., págs. 468, 469, 472–475. Durante el período de clases, todos los temas de “Recapitulación” son enseñados, discutidos y estudiados cuidadosamente. Tanto el maestro como los alumnos dedican durante el curso mucho tiempo a la oración.
Los estudiantes encuentran que, como resultado del mayor amor y comprensión de la Ciencia Cristiana que ellos obtienen, están mejor preparados para seguir el camino del cristianismo práctico y viviente, como fue ejemplificado por Cristo Jesús. Están mejor preparados para sanar al enfermo, echar fuera al pecado, vivir para toda la humanidad y continuar ocupándose en su salvación.
Sin embargo, a menudo, cuando un estudiante de Ciencia Cristiana considera presentar la solicitud para recibir instrucción en clase y comienza a pensar que lo ayudará a desarrollar su progreso espiritual, puede que se pregunte: “¿Estoy preparado? ¿Cómo puedo saber si lo estoy?”
Antes que nada, el saber cuándo estamos preparados no es una experiencia mística. ¡No esperemos que un rayo destelle en el firmamento, que las nubes se aparten y que aparezca un mensaje escrito en el cielo! El hecho mismo de que deseamos comprender y demostrar en mayor medida la realidad divina, vivir para la humanidad de una manera menos egoísta, efectuar un mejor trabajo sanador, indica que nuestros deseos de recibir instrucción en clase están por ser satisfechos. La pregunta sobre si estamos o no preparados, es algo que cada uno puede responder por sí mismo mediante la oración. Nadie puede hacerlo por nosotros.
Quizás, la forma más adecuada para determinar el nivel de preparación individual para recibir instrucción en clase, es por medio del autoanálisis. Y, de acuerdo con ello, podríamos considerar, en cierta manera, lo que dijo la Sra. Eddy a los Científicos Cristianos de su época. En ese entonces, se le preguntaba frecuentemente a la Sra. Eddy a los Científicos Cristianos de su época, iba a dar una charla a su Iglesia. Su respuesta señaló, en parte, la necesidad que tenían sus estudiantes de expresar una mayor espiritualidad y de estudiar más profundamente la Biblia y Ciencia y Salud. Ella dijo: “Sólo cuando las mentes sean menos mundanas, y se alejen más de lo rudimentario de la raza, y hayan aprovechado al máximo su presente capacidad de entender la palabra escrita, estarán listas para escuchar la palabra hablada en esta fecha”. Escritos Misceláneos, pág. 316.
A medida que nos esforzamos por eliminar la materialidad de nuestro pensamiento y confiamos con mayor firmeza en Dios, el Espíritu infinito, abrimos nuestras puertas al progreso. Nuestro amor por las Escrituras y el libro de texto de la Ciencia Cristiana, nos impulsa a estudiarlos con frecuencia y a utilizarlos en nuestra vida diaria. Y es ciertamente alentador adquirir aquella experiencia práctica en la Ciencia Cristiana que obtenemos cuando hemos orado, recurrido a los libros y encontrado las respuestas a los problemas que hemos encarado. Esta es la clase de experiencia que trae curación y progreso espiritual a nuestra vida.
Estas señales alentadoras de desarrollo espiritual sirven de gran ayuda cuando estamos orando para determinar si estamos preparados para recibir instrucción en clase. Ciertamente, puede que haya otros factores que considerar, y, a menudo, algunos de éstos saldrán a relucir al comunicarnos con el maestro personalmente o por correspondencia. (Los maestros están siempre contentos de comunicarse con nosotros y de compartir ideas acerca de la instrucción en clase, sin que exista obligación alguna de parte nuestra o sentido alguno de presión de parte de ellos. En la página 51 de este Heraldo, aparece un breve mensaje de La Junta Directiva de la Ciencia Cristiana, y en el listado de anuncios que se publica en la parte posterior de cada número se hallará información adicional.)
No obstante, después de haber orado para determinar nuestra preparación y haber hecho lo necesario para prepararnos espiritualmente, a a menudo resulta que la cuestión básica es ésta: nuestra disposición para dar el siguiente paso, es decir, llevar a cabo nuestra demostración. Por supuesto, es necesario elegir a un maestro, hablar con el maestro sobre los requisitos y responsabilidades de la instrucción en clase, y llegar a un acuerdo entre el alumno y el maestro. También es necesario hacer los arreglos para ausentarse del trabajo, de la familia y de las obligaciones sociales durante las dos semanas que dura la clase.
Mediante la oración podemos tener la seguridad de que Dios nos guiará, bendecirá nuestro deseo abnegado y abrirá nuestro camino. Cuando nuestros corazones están naturalmente apoyados en Dios, es natural avanzar.