Mucho se ha discutido y debatido sobre las múltiples influencias que hoy en día afectan las normas morales de la gente. Con frecuencia la atención se concentra en los efectos de la televisión, el cine, la propaganda comercial, la escuela, la iglesia, la familia, las amistades. En algunos casos, los efectos son genuinamente constructivos. Por ejemplo, la integridad de una persona o el estar libre de prejuicios puede sentar una norma que no sólo ayude a otros a elevar su concepto de valores y mérito individual, sino que también contribuya a establecer un nivel moral más elevado para la sociedad.
Sin embargo, con mucha frecuencia nos vemos enfrentados a ejemplos que no son precisamente alentadores. El hábito de la droga, y la intensa presión ejercida por compañeros y amigos, han llevado a muchos jóvenes a pensar que el uso de las drogas es normal y apropiado. En los últimos años, una invasión de películas mostrando mujeres acuchilladas ha presentado un cuadro degradante y abusivo de la feminidad. La naturaleza sexualmente sugestiva de la propaganda comercial, trata de hacer creer a la gente que la sensualidad es la clave del éxito y de la felicidad.
Mas hay un camino para sentirnos libres de las influencias inmorales y amorales que a veces parecen estar hasta en el aire que respiramos. Y cuando construimos una sólida base para la moral, nuestra propia vida puede transformarse en una importante fuerza para el bien en el mundo.
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