“¿Cómo ves el mundo?”, una nueva experiencia interactiva en la Plaza de la Ciencia Cristiana en Boston, ofrece a los visitantes una nueva visión del mundo. Puede ser tan simple —y profunda— como reconocer que podemos participar en el progreso de la humanidad a través de nuestros propios pensamientos y acciones.
Querer cambiar las cosas para la humanidad es más que una perspectiva positiva del mundo. Es el resultado del impulso espiritual en la consciencia humana llamado el Cristo. Escucha las historias de las exhibiciones de personas que ayudan a su prójimo, y verás al Cristo operando hoy en los corazones y las mentes de gente de todo el mundo. Esta influencia divina y eterna es la piedad que estaba en Cristo Jesús, cuya misión sanadora era eliminar los pecados y las penas del mundo.
Jesús presentó al Cristo al vivir lo que él identificó como los dos mandamientos más grandes: amar a Dios por encima de todo lo demás, y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (véase Marcos 12:28-31). Nosotros también tenemos la oportunidad momento a momento de responder al Cristo en nosotros. Cada vez que el amor, el altruismo, la justicia o la bondad superan un problema o calman un conflicto, comprendemos mejor lo que Jesús sabía: que Dios, el bien, nos abraza y nos gobierna a nosotros y a nuestros semejantes.
El mundo de Jesús, como el nuestro, tenía problemas que necesitaban soluciones. Lo que hizo que las oraciones del Salvador fueran tan poderosas fue su comprensión de la naturaleza espiritual del hombre —de todos— como la semejanza perfecta de Dios. En lugar de pensar en Él como remoto o indiferente, Jesús oraba con la comprensión de que Dios estaba cerca y que nosotros somos inseparables de Dios, la Vida y el Amor divinos. Veía posibilidades para el progreso de la humanidad donde otros veían callejones sin salida —enfermedad, corrupción, muerte— y sanaba a la gente, demostrando el poder de Dios, el Espíritu infinito.
La Ciencia Cristiana define al Espíritu como el único Dios que es todo-conocimiento, todo-acción y todo-amor, que crea toda existencia real. El universo del Espíritu incluye nuestra propia individualidad como la expresión perfecta y completa del Espíritu.
Incluso si nuestra visión de la vida es que estamos enterrados bajo montañas de problemas personales y globales, podemos encontrar respuestas, y ayudar a otros a hacerlo, mediante la comprensión de nuestra relación espiritual con Dios, lo que nos lleva a amar a los demás. Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana, dice: “Amar al prójimo como a uno mismo es una idea divina; pero esta idea jamás puede ser vista, sentida ni comprendida por medio de los sentidos físicos” (pág. 88). Amar a nuestro prójimo como Dios nos ama a nosotros y a ellos, hace desaparecer el pensamiento basado en la materia que nos impediría ver que Su obra ya está presente: la individualidad puramente espiritual bajo la dirección y el cuidado de Dios.
Nuestra oración que se vuelve a Dios como la sola y única Vida, nuestro creador, estimula el amor y nos hace solucionadores de problemas. A medida que vemos el mundo con una comprensión de la creación de Dios, estamos ayudando a otros a verlo también. Y el efecto de la luz divina en la consciencia humana es la curación.
Por ejemplo, una Científica Cristiana que se desempeñaba como Secretaria General Adjunta de las Naciones Unidas descubrió que un punto de vista espiritual elevado hacía que su trabajo fuera más eficaz. Ella dijo: “En una situación de conflicto, hablé con dos líderes de grupos armados que estaban hostigando a su gente, desplazando a su población y no dejaban pasar a los convoyes humanitarios”. Ella oró para ver a estos individuos como la semejanza espiritual de Dios, dispuestos a escuchar Su guía. Ella dijo: “Luego tuvimos un diálogo, y finalmente dejaron pasar los convoyes”. Un comentario que le hicieron mostró un cambio de actitud: “También tenemos responsabilidad por nuestra gente, por lo que no debemos desplazarlos” (2020 Annual Meeting, “Our duty to God, to our Leader, and to mankind,” The Christian Science Journal, September 2020).
Reconocer la actividad divina del Cristo en nuestro propio pensamiento y verla actuar en los demás abre la puerta a las soluciones. Cuando comenzamos con la naturaleza puramente espiritual del hombre, obtenemos una visión cada vez mejor de la humanidad, y escuchamos la instrucción celestial que nos guía hacia nuestras propias oportunidades para bendecir al mundo.
Susan Stark
Gerente de Redacción