Editoriales
¿Qué hace una persona si viene una noche mental, si los pensamientos se llenan de duda — hasta de insinuaciones de muerte? Mucho depende de lo que se ha estado haciendo. Si la persona ha estado cultivando su entendimiento espiritual por medio del estudio, la oración y la práctica, estará consciente de que hay una luz interior que se ha puesto ya a prueba y que la sacará del problema — posiblemente sin la ayuda de otros.
Muchos problemas de la humanidad emergen de continuo. Uno de ellos es el desafío de tener que alimentar a un número cada vez mayor de habitantes en el mundo.
Ya sea que vivamos en una sola habitación o en un apartamento; bien seamos propietarios de una casa o de un condominio; o bien vivamos en un coche-habitación o en una tienda de campaña, esa residencia expresa, en cierta medida, el concepto que al presente abrigamos del hogar y del ambiente. Hay diversas posibilidades que varían según sea la ciudad en que vivimos, nuestra cultura, nuestros ingresos, y otras cosas por el estilo.
Es una pregunta frecuente que se hace igualmente respecto a asuntos de poca importancia y a los que conmueven al mundo. El no saber la dirección correcta puede ser un poco frustratorio o tener consecuencias de largo alcance.
La curación por medio de la oración se manifiesta naturalmente a medida que aprendemos más respecto a Dios. En realidad, la curación es, a menudo, simplemente cuestión de reemplazar con la verdad la ignorancia de la mente humana acerca de Dios.
Al igual que con todo lo que hacemos como Científicos Cristianos para cumplir un propósito, el escribir para nuestras publicaciones periódicas debiera descansar sobre una base metafísica. Esta base metafísica tiene incontables y brillantes aspectos, y las consideramos individualmente.
Puede que el adagio “las murallas de piedra no hacen una prisión” encierre un mensaje que va más allá de la interpretación tradicional, esto es, que hay una acción del pensamiento que no se puede encarcelar. Las murallas no pueden ni contener el pensamiento ni disminuir la influencia mental que ejercemos los unos sobre los otros.
Algunas cosas jamás debieran darse por sentadas. Una de ellas es el tratamiento en la Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens).
La Ciencia divina, el Consolador prometido por Cristo Jesús, ha venido a esta época revelando la verdad del ser — ilustrando con evidencias concretas que Dios es el bien supremo; que el hombre expresa la perfección de Dios. Esta realidad, presentada por el Cristo y amada por quienes la aceptan, transforma la consciencia.