Para dar una respuesta completa a esta pregunta necesitaríamos mucho más que este editorial, pero podemos mencionar algunos puntos fundamentales.
El tratamiento en la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) no es la acción de un mecanismo mental personal, mas sí es la luz de la revelación divina inundando la consciencia humana. La Ciencia revela a Dios como luz infinita, Mente ilimitable, la fuente de toda consciencia verdadera. La luz de la Verdad y el Amor es lo que destruye la oscuridad del temor y del sufrimiento.
En otras palabras, este tratamiento consiste en percatarse en forma cabal que la presencia divina — la omnipresencia, omnipotencia, omnisciencia y omniacción de Dios — está con nosotros, y en reconocer que Su bondad y todo poder están en completo dominio justo donde la discordia y la enfermedad parecen estar.
En realidad, el tratamiento es la acción del Cristo incorpóreo, la Verdad divina que llega a la consciencia humana receptiva, disipando sus errores, curando el corazón, vendando las heridas del pensamiento humano perturbado y manifestando la ley espiritual. Esta ley, que expresa la Verdad, cambia las llamadas condiciones materiales al sacar a la luz la armonía que ya existe y que Dios ha otorgado.
Cristo Jesús indicó este método de curación y explicó que mediante sus enseñanzas otros podrían seguirlo. Dijo: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Juan 8:31, 32.
El tratamiento es el despertar de nuestro sentido humano de las cosas a la percepción del omnímodo Principio divino, el Amor, y su idea inmortal, el hombre. Consiste en conocer la Verdad — y las verdades derivadas de ella — lo que eliminará las creencias específicas de ansiedad, terror, acción física discordante y las nocivas, mal llamadas leyes materiales.
No hay nada finito en cuanto a las verdades que conocemos en el tratamiento científico, y, por tanto, nada débil, tentativo o ineficaz acerca de ellas. Trabajando y orando con nuestra consciencia elevada hacia la Verdad y el Amor omnipotentes, podemos conocer la verdad con profunda y firme convicción.
En el tratamiento mental científico el objetivo no es simplemente cambiar condiciones corpóreas, sino reconocer y demostrar la omnipotencia del Amor divino y la armonía que el ser espiritual del hombre tiene como reflejo del Amor. La curación física es el resultado porque, mediante esta oración, la Ciencia reduce la enfermedad y el pecado a sus componentes mentales, y elimina entonces estos elementos perturbadores del pensamiento mortal con la verdad del ser. Como Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, escribe: “Los tumores, úlceras, tubérculos, inflamaciones, dolores, coyunturas deformes son todos ellos sombras de sueños diurnos, imágenes oscuras del pensamiento mortal, que huyen ante la luz de la Verdad”.Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 418.
El tratamiento en la Ciencia Cristiana es completamente diferente de todo sistema mental que depende de la creencia en los supuestos poderes de la mente o voluntad humana. Confía solamente en la Mente divina única. Utiliza solamente el poder de la Verdad divina, que va hasta la raíz y fundación mismas del ser del hombre.
Aquellos que practican métodos mentales influidos por la sicología o la siquiatría tratan de explorar la mentalidad del paciente para descubrir qué anda mal con él, y después dar al paciente un análisis técnico de estos rasgos mentales para ayudarlo a ajustarse a ellos, a vivir con ellos, o tal vez a mejorarlos. En agudo contraste, la Ciencia Cristiana viene con la luz del Cristo “para mostrar al hombre su integridad”. Job 33:23 (según la versión King James). El tratamiento metafísico consiste en separar del individuo la creencia en la enfermedad y el pecado, y después destruir la creencia con la Verdad. Esto incluye ver al individuo como hijo de Dios: puro, armonioso, íntegro, inviolable, no material, sino espiritual.
Así es que no fijamos la discordia en el sufriente — mentalmente o en conversación con él — sino que nos aferramos a la verdad que destruye la discordia. Como señala la Sra. Eddy: “Jesús veía en la Ciencia al hombre perfecto, que se le aparecía allí mismo donde los mortales ven al hombre mortal y pecador. En ese hombre perfecto el Salvador veía la semejanza misma de Dios y este concepto correcto del hombre curaba al enfermo”.Ciencia y Salud, págs. 476–477.
Ni tampoco consiste este tratamiento en la influencia que pueda ejercer una mentalidad personal sobre otra mentalidad personal o cuerpo; en cambio, el tratamiento es la ley y el poder redentor de la Verdad actuando sobre las creencias materiales enfermas y pecaminosas para destruirlas. Por tanto, la transferencia mental (un fenómeno de la mente humana) no es un factor. Sólo la Mente divina le comunica al hombre la verdad y la vida, y esta comunicación viene a través del Cristo, la Verdad.
Hay un mundo de diferencia entre la vacilante llama de los pensamientos mortales aparentemente buenos y el despertar que resulta de la luz radiante de la metafísica cristiana. La Sra. Eddy nos dice: “Los titulados placeres y dolores de la materia perecen, y tienen que desvanecerse ante el resplandor de la Verdad, el concepto espiritual, y la realidad del ser”.Ibid., pág. 296.
Esto es lo que necesitamos cuando oramos por nosotros mismos y por el sufriente o el malhechor que pide nuestra ayuda: no una aceptación indiferente, carente de entusiasmo o indecisa de los hechos espirituales, sino una consciencia llena del “resplandor de la Verdad”. Lo que desaloja y destruye las aserciones de enfermedad y pecado que parecen tan obstinadas es el resplandor de la luz infinita, que viene directamente del Amor divino, aniquilando la oscuridad de la discordia y el sufrimiento, y revelando la armonía del ser del hombre.