Para poder comprender nuestra verdadera individualidad, necesitamos abandonar los puntos de vista materiales y comenzar con Dios. Es lógico comenzar allí; las Escrituras nos dicen: “Creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó”. Gén. 1:27. Explorando la naturaleza de Dios, el Espíritu infinito, vemos que esto produce una transformación radical y progresiva en la manera en que pensamos acerca de nosotros.
Mary Baker Eddy escribe en el libro de texto de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “El hombre refleja lo infinito, y este reflejo es la idea verdadera de Dios”.Ciencia y Salud, pág. 258. Esta declaración, junto con su encabezamiento al margen: “Reflejo de lo infinito”, es revolucionaria; nos revela nuevos puntos de vista acerca del hombre.
Puesto que Dios es infinito — y el hombre es Su reflejo infinito — tales conceptos finitos como tiempo, espacio, debilidad, sufrimiento, frustración y muerte, no pertenecen realmente al hombre. Éstos sólo tienen que ser un concepto equivocado y mortal de las cosas. A medida que comprendemos al hombre creado por Dios, la evidencia de la naturaleza infinita y del ser espiritual del hombre aparece más claramente en nuestra vida. La Sra. Eddy escribe: “Las aptitudes humanas se aumentan y perfeccionan a medida que la humanidad alcanza el concepto verdadero del hombre y de Dios”.Ibid. Aun cuando nuestro progreso presente pueda parecer gradual, podemos demostrar la verdad de la declaración de la Sra. Eddy en grado creciente mediante la Ciencia Cristiana.