Las últimas cien páginas del libro de texto, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras”, por Mary Baker Eddy, se componen de testimonios de curaciones realizadas por medio de la Christian Science. Estas curaciones de toda clase de dolencias y enfermedades, efectuadas por el simple estudio del libro de texto, bien se podrían llamar milagros modernos. Algunas de ellas resultan especialmente interesantes, puesto que el que testifica manifiesta que no emprendió el estudio del libro precisamente para obtener una curación física, sino para encontrar a Dios. Luego al encontrarle, y al comprender que Su poder y presencia infalibles son un hecho demostrable en el presente, y no una vaga y lejana posibilidad para después de la muerte, recibió su propia curación tan natural e inevitablemente como el día sigue a la noche.
Usted preguntará: ¿Cómo es esto? La respuesta es sencilla. La iluminación mental que se produjo por el estudio de esta “clave” de las Escrituras, la resurreción de la tumba de la materialidad y el temor, la ascención de lo mortal hacia el reconocimiento del ser verdadero e inmortal del hombre, como imagen y semejanza de Dios, liberó en tal forma al que estaba buscando a Dios que éste ya no podía permanecer sujeto a las tal llamadas leyes de enfermedad y muerte que le habían sido impuestas. Como lo expresa uno de los que testifican: “Me sentí como un prisionero que por años había permanecido encadenado, y que de pronto fué puesto en libertad” (pág. 639).
El Maestro dijo (Mateo, 6:33): “Buscad primeramente el reino de Dios, y su justicia; y todas estas cosas os serán dadas por añadidura.” Esto se está comprobando a diario. Hace poco tiempo una joven acudió a la Christian Science en busca de curación. Había sufrido intensamente durante muchos años. No habiendo encontrado alivio en la medicina, por fin recurrió a la Christian Science, y con mucha diligencia, casi con desesperación, comenzó a estudiar la Biblia y Ciencia y Salud. También asistió a los cultos y conferencias de la Christian Science. Cada vez que abría los libros, lo hacía con la esperanza de encontrar alguna frase o pensamiento especial que pudiera producir la curación que tanto anhelaba; cada vez que asistía a los cultos dominicales, a las reuniones testimoniales de los miércoles por la noche, o a alguna conferencia sobre la Christian Science, siempre lo hacía con la esperanza de hallar, ya fuera en la lectura, los himnos, el solo, los testimonios o la conferencia, la inspiración que le libraría de sus sufrimientos. Sin embargo, aun después de muchos meses de afanosa búsqueda, no sanó.
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