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Tengo mucho que agradecer a Dios.

Del número de abril de 1949 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Tengo mucho que agradecer a Dios. La Christian Science entró en nuestro hogar cuando yo tenía seis años de edad. Durante los últimos quince años he tenido numerosas pruebas de cómo el poder de la Verdad cambia, renueva y vigoriza la existencia, tanto en mi vida como en la de los que me rodean.

A temprana edad se me enseñó a escuchar con atención todos los días la lectura de una parte de la Lección Bíblica, y después a leer yo misma una sección cada día. Gradualmente me interesó tanto que hoy día estudio la lección entera todas las mañanas antes de levantarme, y experimento mucha felicidad e inspiración durante estos momentos de tranquilidad. Me siento muy agradecida de haber tenido el valor moral de seguir haciendo esto no importa adonde ni con quien estuviere.

Comencé a asistir a la escuela dominical un año después que la Christian Science entró en nuestro hogar, y jamás podré agradecer lo suficiente la ayuda e instrucción que allí recibí. Cuando sólo tenía doce años de edad me afilié a La Iglesia Madre, y al adherirme a sus reglas, he sido protegida de caer en la tentación de fumar y de beber. Cuando se me presentaba esta tentación, ya sea por no disputar o por el deseo de ganar popularidad, siempre pensaba: “He dado mi palabra de abstenerme”, y cada vez he salido fortalecida por haber sido fiel a mi convicción de que a los miembros de La Iglesia Madre se les exige ser puros y firmes. Me da mucha alegría servir en todo lo que puedo a Dios y a nuestra gran Causa.

Durante el tiempo que estuve en el colegio, la Christian Science me fué de mucha ayuda. Un resultado directo del estudio diario de las Lecciones Bíblicas fué la manera en que me capacitó para dominar rápida y fácilmente temas académicos. Esto no lo pude apreciar como era debido hasta que empecé a asistir a la escuela normal y vi el esfuerzo que hacían los demás estudiantes por cumplir con sus asignaturas. Una vez tuve que escribir como tema para un examen, un artículo titulado “Los principios de la enseñanza”. Después de leer las instrucciones me puse a meditar sobre el vocablo “Principio” con su correlativo “Amor”, tal como los expone Mary Baker Eddy en su obra “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras”. Los pensamientos que se iban desarrollando los pude incluir casi todos en mi ensayo. El examindor me encomendó especialmente por haber presentado un trabajo sobresaliente.

La Christian Science me ha liberado grandemente de las limitaciones que uno mismo se impone. Cualquier cosa que me pidan hacer, aunque me considere o no capaz de hacerlo, me atrevo a intentarlo, sabiendo que Dios es Mente, y que El me ha de enseñar cómo hacerlo de la mejor manera posible. Así voy aprendiendo lo que es la humildad.

Para mí la demostración más bella consiste en la sensación de armonía continua de que gozo, y que se desenvuelve de una manera natural como resultado de mis esfuerzos de ser obediente a la Christian Science. Estoy aprendiendo lo que significa habitar “en el retiro del Altísimo” (Salmos, 91:1), y opino al igual que el Salmista que en verdad es mucho mejor “estar a la puerta en la Casa de mi Dios, ... que habitar en las tiendas de maldad” (ib., 84:10).

Por la infinidad de bendiciones de que he gozado como fruto de mis estudios de la Christian Science, jamás podré estar bastante agradecida.—

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