Deseo dar gracias por todo el bien que he recibido desde que comencé el estudio de la Christian Science. Las curaciones físicas, la elevación espiritual y la protección que han experimentado los miembros de mi familia obligan mi sincero agradecimiento.
La primera curación que experimenté fué una curación de estreñimiento, lograda mediante la ayuda de una practicista. Había tomado remedios contra este mal durante un tiempo larguísimo. La curación se efectuó hace catorce años y ha sido permanente. Antes de que me interesara por la Christian Science todos los inviernos durante muchos años sufría por lo menos tres ataques de bronquitis. En el otoño del año 1932 mientras me esforzaba por vencer un fuerte resfriado, al estudiar el libro Ciencia y Salud, por Mrs. Eddy, fui curado de la bronquitis y desde entonces no me ha vuelto a atacar.
La primera vez que di un tratamiento en la Christian Science a mi hijo fué cuando, a la edad de tres años, él recibió un golpe en la cara que le produjo una contusión. Me dirigí al teléfono para llamar a una practicista, pero no la hallé en casa. Entonces recordé que Dios está en todas partes y que El es la fuente de toda curación. Me puse a estudiar Ciencia y Salud y a trabajar lo mejor que podía, y al poco rato todo rastro de la magulladura había desaparecido. Me siento tan agradecida por la alegría que me causó esta curación.
Desearía relatar algunas de las curaciones que este mismo niño recibió en diversas ocasiones. Cuando tenía cinco años comenzó a sufrir de los intestinos. Durante cuatro días trabajé por él en la Christian Science. Luego me dirigí a la sala de lectura de la Christian Science, donde estudié toda una tarde, llevándome grabado en la mente este versículo de la Biblia (Mateo, 12:28): “Empero si yo en el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, es evidente que el reino de Dios os ha sobrevenido.” Antes de que yo llegara a casa se había llevado a efecto la curación, la que resultó permanente.
Un año más tarde, un día cuando me disponía a hacer una jalea, el jugo hirviendo salpicó sobre el hombro y pecho de este niño, y en una de sus orejas. Inmediatamente me puse a repetir muchas veces la “declaración científica del ser”, que aparece en la página 468 de Ciencia y Salud, y cuando llegó la hora del baño ya no quedaba indicio alguno de la quemadura. Unos tres años más tarde este mismo niño fué sanado de una afección a la piel de un brazo. La condición siguió empeorando durante varios días en tanto que yo trataba inútilmente de vencerlo con mi comprensión de la Christian Science. Un día el niño tomó su Biblia y Ciencia y Salud y se puso a leer. Esa misma tarde se le comenzó a formar una costra y poco a poco la mancha desapareció por completo. Estoy tan agradecida de que este niño haya tenido la oportunidad de asistir a una escuela dominical de la Christian Science.
En otra ocasión se cayó de cabeza de un camión en marcha, sufriendo una lesión al cuello. Fué sanado por medio de mi estudio y clara comprensión de las siguientes palabras (ib., pág. 71): “El mal no tiene realidad. No es persona, lugar, ni cosa, sino simplemente una creencia, una ilusión del sentido material.” A la hora de haber sucedido esto, pudo subir nuevamente al camión y hacer un viaje de varios kilómetros. Sólo podía notársele un pequeño rasguño en la cabeza, que bien pronto desapareció. Más tarde, mediante mi comprensión de que “Dios es inteligencia” (ib., pág. 2), y de que no hay más que un solo Maestro, se pudo evitar que el niño repitiera el grado en la escuela.
Hace más o menos un año este hijo fué sanado de una herida a un ojo. Al caminar un día por la calle, una rama baja de un árbol le golpeó en un ojo. Nos dijo más tarde que el dolor fué tan intenso que se cayó al suelo. En seguida se puso a repetir la “declaración científica del ser” y cuando llegó a casa yo le leí la definición del hombre que aparece en Ciencia y Salud (págs. 475–477) y un pasaje de la página 424, que dice: “Los accidentes son desconocidos para Dios, la Mente inmortal, y tenemos que abandonar la base mortal de la creencia y unirnos con la Mente única, a fin de cambiar la noción de la casualidad por el concepto correcto de la dirección infalible de Dios y de esta manera sacar a luz la armonía.” Después le dije que recordara que en realidad él era tan perfecto como antes de que viera aquella rama, porque la idea de Dios es siempre perfecta. A la media hora se fué a acostar y a la mañana siguiente no hubo queja alguna y así terminó el incidente. Estoy muy agradecida por todas estas curaciones y de poder estudiar la Christian Science.
Deseo extender mis gracias a la persona que me presentó la Christian Science y al practicista que me ayudó y aconsejó cuando comencé a estudiar esta Ciencia. También doy gracias por la sala de lectura y el bibliotecario que allí me atendía; por ser miembro de La Iglesia Madre y de una iglesia filial y por el privilegio de participar en las actividades de la iglesia.—Hastings, Michigan, E.U.A.