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Emmanuel

Del número de octubre de 1950 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un sinnúmero de hombres y mujeres que buscaban al Dios viviente han encontrado que la Christian Science El nombre dado por Mary Baker Eddy a su descubrimiento (pronunciado Críschan Sáiens) y que, traducido literalmente, es la “Ciencia Cristiana”. está satisfaciendo sus anhelos de hallarle, pero la búsqueda aun prosigue para millones de persones que todavía no han recurrido a las simples verdades espirituales tocantes a su divino derecho de nacimiento, reveladas en la Biblia y en el libro de texto de la Christian Science, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras”, por Mary Baker Eddy.

Es para establecer en su propia consciencia pruebas cada vez mayores de la presencia de Dios e, incidentalmente, proveer la certeza de esta presencia para todos aquellos que todavía vagan en el desierto del materialismo, que los Científicos Cristianos consagrados y agradecidos gozosamente practican su religión, demostrando en creciente grado su poder curativo.

En medio de su angustia y sus sinceros anhelos de apreciar conscientemente la benéfica presencia de Dios, Job exclamó: “¡Oh quién me diera el saber donde poder hallarle!” Los Científicos Cristianos han hallado una respuesta eficaz y reconfortante a este grito desesperado así como a la angustiosa pregunta de Zofar, amigo de Job: “¿Puedes tú descubrir las cosas recónditas de Dios?” Ellos saben por experiencia que la presencia divina está siempre a mano — que el afectuoso cuidado de Dios está precisamente en el mismo lugar en que se encuentra el hombre. Aceptan en su cabal significado la declaración de Cristo Jesús (Lucas, 17:21): “Ni dirán: ¡Helo aquí! o: ¡Helo allí! porque he aquí que el reino de Dios dentro de vosotros está.”

Todo hombre, mujer y niño que ha sentido el efecto curativo y regenerador de la Christian Science, ya fuere en la curación de un resfriado, la reforma del carácter, el vencimiento de una tal llamada enfermedad incurable o el restablecimiento de una vida útil y buena, puede ser testigo en cierto grado de la presencia de Dios.

¡Qué humildad más profunda, qué reverencia e inefable inspiración inundan la consciencia de aquel que verdaderamente percibe el enorme significado de lo que le ha ocurrido en el momento en que experimenta una curación en la Christian Science! Gozosamente y con un sentimiento de gratitud que no halla palabras con que expresarse, ha descubierto que Dios está en el mismo lugar que él. Ha comenzado a entender la eterna actualidad e infinita presencia de la realidad espiritual. De pronto Dios se le ha revelado como el Amor divino, como el Ser íntimamente presente y verdadero. Su tierna relación de hijo del amoroso Padre-Madre, Dios, es ahora un hecho que él mismo ha experimentado y acerca del cual puede dar testimonio sobre la base de las pruebas tangibles. Mucho más importante que la curación en sí es la verdadera seguridad, la convicción espiritual, profunda y duradera que ahora tiene y, al igual que Job, exclama: “Yo sé que mi Redentor vive.”

Si los testimonios de curaciones que se ofrecen en las reuniones de los miércoles en las iglesias de la Christian Science y en los periódicos autorizados fueran generalmente entendidos en su significado verdadero, ocuparían el primer plano en la prensa y en la radio. Además serían aclamados en las escuelas, los púlpitos, los laboratorios y los parlamentos, ya que en su significado verdadero constituyen las noticias más importantes de nuestros días, es decir, la aparición en la experiencia humana de la señal del Emmanuel. Sobre este tema, la venerada Fundadora de la Christian Science escribe en su obra Ciencia y Salud (Pref., pág. xi): “La curación corporal de la Christian Science resulta ahora, como en tiempos de Jesús, de la operación del Principio divino, ante el cual el pecado y la enfermedad pierden su realidad en la consciencia humana y desaparecen tan natural y tan necesariamente como las tinieblas ceden a la luz y el pecado a la reforma. Ahora, como entonces, estas obras poderosas no son sobrenaturales, sino supremamente naturales. Son la señal del Emmanuel, o ‘Dios con nosotros’, — una influencia divina siempre presente en la consciencia humana, y que se repite, viniendo ahora como se prometió antaño:

Para proclamar libertad a los cautivos [de los sentidos],
y a los ciegos recobro de la vista;
para poner en libertad a los oprimidos.”

Esta “influencia divina siempre presente” es el Cristo, la Verdad, que se revela a la consciencia humana como estando a nuestro alcance aquí y ahora mismo. Así lo indica la profecía de Isaías referente al advenimiento humano de Jesús, la cual se ve confirmada en el primer capítulo de Mateo: “Y será llamado Emmanuel; que, traducido, quiere decir: Dios con nosotros.” En esta notable definición del Cristo como el testigo presente y eficaz del ser de Dios, estriba el desafío que hoy presenta la Christian Science al materialismo agnóstico, el reto a la teoría engañosa que sostiene que Jesús no era más que un predicador filosófico cuyas obras y palabras se hallan enterradas en las enmohecidas páginas de la historia y no tienen mayor aplicación en la actualidad; que la existencia es inexplicable; que el hombre vive expuesto al azar, sujeto a la frustración y a la inevitable extinción; que toda religión tiene su parte de emocionalismo impráctico y que la ética cristiana, la moralidad y los esfuerzos justos son mecanismos del fanatismo.

Hoy en día los discípulos de la Christian Science que se hallan espiritualmente alertas, sean padres o hijos, se dan plena cuenta de que una pedantería materialista exagerada parece apoyar tales vanas sofisterías de la irreligión y del anticristo. Saben por sus propias demostraciones de la Christian Science que el Cristo es la idea divina, eterna, impersonal y siempre a mano. Perciben que los sistemas humanos vagan, especulan, contemporizan y dudan de sus propias esperanzas, mientras que la Christian Science no recurre ni al fútil ayer ni al enigmágico mañana de la mortalidad, sino que aquí y ahora trae a los hombres un mensaje de esperanza y de certeza que va acompañado de la prueba esencial de su autoridad divina — el poder curativo que constituye la señal del Emmanuel, o “Dios con nosotros.”

En diversas formas, la Christian Science nos aporta esta señal convincente. La mayoría de las personas en algún momento de su vida creen que se ven confrontadas por una crisis que parecería eludir toda solución. Para algunos puede que aparezca en forma de una enfermedad a la cual tienen un temor mortal. Para otros puede que sea una situación discordante en el hogar, un mal estado de los negocios o la falta de recursos, una angustiosa pérdida de un ser querido o cualquiera otra penosa fase de la experiencia humana. Para tales personas las perogrulladas del materialismo jamás aportarán la esperanza o la libertad. Pero la Christian Science les ofrece la seguridad de que Dios está “con nosotros”, mediante la curación y la salvación.

Muchos jóvenes que están hoy preparados para aceptar las responsabilidades de la vida quizá sientan que las condiciones actuales, sin precedente en la historia humana, parecen obligarles a arreglárselas como puedan, a obrar “por su cuenta”. Si, por lo contrario, como estudiantes de la Christian Science, tratan de comprender lo que realmente les corresponde, hallarán que están bien equipados con las ideas espirituales que constituyen los amplios recursos de los hijos de Dios. Por solos que puedan sentirse o por pocos que fueran los que los acompañan en sus altos propósitos, hallarán que, mediante su comprensión espiritual, podrán recurrir en todo momento a la presencia inmediata del Amor divino, al hecho de que Dios está “con nosotros”, verdad que siempre se manifiesta en la reconfortante provisión de todas sus necesidades.

El Científico Cristiano está completamente convencido de lo importante que es que él sea firme testigo del poder curativo de su religión. Reconoce hasta qué punto el Fundador del Cristianismo y la Descubridora de la Christian Science insistieron sobre las obras de la curación como la prueba de “Dios con nosotros.” Percibe asimismo que tales obras son siempre aceptables y convincentes para el buscador sincero. Como sabemos, Cristo Jesús reconoció el poder persuasivo de tales obras cuando envió el mensaje a Juan Bautista por el cual se identificó como el Cristo, enumerando sus curaciones, las cuales él sabía serían prueba suficiente del Emmanuel, o “Dios con nosotros”. Mrs. Eddy también reconoció este poder persuasivo cuando, al establecer su iglesia, declaró que ésta crecería, prosperaría y sería juzgada por la abundancia y continuidad de las curaciones espirituales llevadas a cabo por sus miembros.

¿Existe una vocación de más responsabilidad y más elevada en el movimiento de la Christian Science, o aun en cualquiera de los asuntos humanos, que la sagrada tarea del practicista de la Christian Science? Todas las actividades relacionadas con este gran movimiento son necesarias, pero el trabajo de la curación es tan vital y tan fundamental que sin él la santa misión de la Christian Science — la de salvar a la humanidad — no se vería cumplida. Demás está decir que todas las actividades de nuestra organización dependen de la demostración y deben desenvolverse como el resultado de nuestras oraciones.

“Dios con nosotros” — fué esto lo que Cristo Jesús manifestó a través de todas sus obras sanadoras; lo que inspiró a Moisés, a los profetas, y más tarde a los discípulos, a demostrar mediante sus experiencias exaltadoras el poder y la presencia de la Mente divina. Es “Dios con nosotros” lo que hoy efectúa toda curación en la Christian Science, pudiendo probarse espiritualmente y de manera conclusiva en este mismo instante por todo sincero estudiante de esta Ciencia que se vuelva completamente del tumulto de las masas para escuchar la voz callada y suave — para valerse de la comprensión espiritual que se manifiesta en una demostración tangible y actual.

Como lo expresa nuestra Guía en su obra Ciencia y Salud (pág. 107): “Este Principio apodíctico señala hacia la revelación del Emmanuel, o ‘Dios con nosotros’,— la eterna presencia soberana, que libra a los hijos de los hombres de todo mal ‘de que es heredera la carne.’ ”

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