Recordando las numerosas bendiciones que he recibido en el curso de los años merced a la Christian Science, me siento impelido a ofrecer este testimonio.
Desde mi niñez sufrí del corazón y tuve que renunciar muchos de los juegos y deportes de que gozaban otros niños. En recientes años este mal se agravó en tal forma que si la Christian Science no hubiera venido finalmente en mi ayuda, me habría visto obligado a renunciar mi puesto con el gobierno municipal. Después de que toda ayuda médica había resultado ineficaz, me acordé de la Christian Science, de la cual había oído hablar anteriormente.
Acudí a un practicista y le pedí que me diera tratamientos en la Christian Science. A las dos semanas ya había sanado. Más tarde cuando el mismo error, acompañado de una afección nerviosa, parecía aquejarme nuevamente, percibí que debía esforzarme por aumentar mi comprensión espiritual. Comencé a leer detenidamente la Biblia y “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy, como también la edición alemana del Heraldo de la Christian Science y las conferencias. Nuevamente pedí ayuda en la Christian Science y al poco tiempo el mal había desaparecido por completo, de manera que cuando el médico me examinó no pudo hallar el más leve síntoma de aquel mal.
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