La práctica de la Christian Science y la curación que de ella resulta es la actividad más importante y poderosa sobre esta tierra, y debe ser reconocida y apoyada como tal por los Científicos Cristianos en todas partes. La curación cristiana es la piedra angular de la Iglesia Científica de Cristo. En cierta ocasión, Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Christian Science, escribió a un discípulo: “El sanador que realmente sana de una manera científica ocupa la posición más alta que pueda alcanzarse en esta esfera de la existencia.”
La práctica de la Christian Science no es una empresa comercial; es el ministerio más alto que existe. Puesto que proviene de Dios, no se halla limitada en la extensión del bien que pueda desarrollar. Todo aquello que sea verdad acerca de esta actividad sagrada existe como una idea completa y siempre presente en la Mente divina Dios; y el hombre, la consciente semejanza de esta Mente, incluye y encarna esta idea por reflexión y es, por tanto, inseparable de ella. Es así como el practicista puede asegurarse que su práctica depende de Dios solamente y no de personas. Esta comprensión lo libera de una sensación de temor y limitación, obteniéndose como resultado una actividad armoniosa y cada vez más útil en el ministerio de la curación.
Aquellos que estén preparados para dedicarse a la práctica de la Christian Science no deberían dejarse desalentar por otros, ni tampoco permitir que la duda o el temor ofusque su visión y entendimiento, ni que le hagan vacilar en su convicción de que este paso es de suma importancia. El valor que tiene un practicista consagrado en cualquier comunidad es inapreciable; y el alistamiento de tales trabajadores en las filas de los practicistas es bienvenido por todo sincero estudiante, ya que ello significará una iglesia más fuerte y un apoyo más activo para cada trabajador en su respectivo campo de actividades y para el enterno movimiento. El trabajo de los practicistas no puede ser medido ni pesado en la balanza con los limitados conceptos del sentido material. Aquello que sabe la Mente divina, y no la mera opinión humana vacilante, es lo que siempre gobierna.
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