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La esposa de Nabal

Del número de octubre de 1950 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un Poco mas de gracia, un móvil purificado, unas cuantes verdades expresadas con ternura, un corazón enternecido, un carácter dominado, una vida consagrada, restablecerían la acción correcta del mecanismo mental y se manifestarían en una acción de cuerpo y alma que estuviera en armonía con Dios.” Así declara Mary Baker Eddy en su obra Miscellaneous Writings (pág. 354). El mecanismo mental a que se refiere Mrs. Eddy debe encaminarse hacia fines correctos para obtener resultados correctos. El egoísmo y el pecado, a menos que se corrijan, son desastrosos para la acción armoniosa.

La Biblia contiene muchas lecciones prácticas, indicando que la acción correcta produce resultados armoniosos, y la Christian Science vierte mucha luz sobre estas lecciones. Una de ellas se halla en el relato de Nabal y David que aparece en el capítulo veinticinco de I. Samuel.

Nabal era un hombre muy rico que vivía en Maón. Poseía tres mil ovejas y mil cabras que pastoreaban en las colinas del Carmelo. Pero a pesar de toda sus riquezas, Nabal era una persona grosera. Su mujer Abigail admitió esto al decir a David: “Nabal es su nombre, y la insensatez está con él.” Nabal se preocupaba muy poco por las pequeñas cortesías de la vida. Era rico y quizá pensaba que sus riquezas impondrían el respeto, sin que él ejerciera sentimiento noble alguno. Con semejante concepto pervertido de la vida, Nabal abrigaba un falso sentido material de la substancia. Sin duda sus vecinos se hallaban impresionados por sus grandes riquezas materiales; quizá a causa de ello los pequeños propietarios de aquel distrito le mostraban cierto servilismo, lo cual halagaba su orgullo y estimulaba su ambición.

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