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Deseo expresar mi profunda gratitud por la...

Del número de octubre de 1950 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Deseo expresar mi profunda gratitud por la gran bendición que es la Christian Science y por todo el bien que gracias a ella se ha manifestado en mi vida y en mi hogar. En efecto, tanto me han beneficiado sus múltiples actividades, incluso los inspiradores artículos y testimonios publicados en The Christian Science Journal y en el Sentinel, que ya no puedo guardar silencio.

Me enteré de la Christian Science por primera vez cuando era niño. Mi padre experimentó en ese tiempo una maravillosa curación de reumatismo inflamatorio mientras asistía a una reunión testimonial de los miércoles en una iglesia filial. Llenos de gratitud, mis padres decidieron pedir ingreso como miembros de esa iglesia, mientras que mis dos hermanos menores y yo asistimos a la escuela dominical. Desde entonces hemos experimentado tantos beneficios y curaciones que no me es posible relatarlos todos en este testimonio, pero entre las curaciones que experimenté personalmente en esos primeros días recuerdo en particular la de una severa afección a un oído que me había molestado desde mi juventud. Después de pedir ayuda a un practicista de la Christian Science se me reventaron dos abscesos, y al poco tiempo me vi curado completamente. Este mal jamás ha vuelto a molestarme, a pesar de que nuestro antiguo médico de familia había declarado que mi único remedio sería una operación quirúrgica.

Aplicando mis conocimientos de la Christian Science, fui guiado a dar los pasos que gradualmente me condujeron a mi carrera en el campo de la música y el canto. Todo el bien que he recibido se ha manifestado en la proporción en que he estudiado la Biblia conjuntamente con nuestro libro de texto, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras”, por Mary Baker Eddy.

Quisiera relatar una experiencia que me causó una profunda impresión. Había sido contratado para cantar en una de las partes principales en un importante teatro de operas. La mañana de la función desperté sufriendo de la garganta. Al momento recurrí a mi comprensión de la verdad del ser; luego leí la Lección Bíblica y desayuné. Momentos después fui al piano para hacer mis acostumbrados ejercicios matinales de vocalización, pero sin resultado, ya que no me fué posible cantar una sola nota.

Alarmado, llamé a un practicista de la Christian Science, rogándole me ayudara. Afectuosamente me aseguró que en realidad todo iba bien y me aconsejó que recordara que: “En la Ciencia, sólo el Amor divino gobierna al hombre” (Manual de la Iglesia, Art. VIII, Sección 1), añadiendo que gustosamente me ayudaría. Un falso sentido del deber me tentó a anular mi actuación, pero percibí que esto no sería más que concederle realidad al error, así es que pasé el resto del día estudiando mi libro de texto y la Biblia. Esa noche fui al teatro a la hora de costumbre. A pesar de que todavía me hallaba sin voz rechacé este argumento de los sentidos materiales, me apliqué el maquillage y me vestí para el papel que me correspondía. El fiel practicista había prometido apoyarme. Yo sabía que la responsabilidad recaía en Dios y que todo lo que yo podía hacer era reflejar la habilidad de Dios, ya que de mí mismo nada podía hacer.

Mientras me hallaba entre los bastidores esperando a que el apuntador diera el pie, me embargó una profunda sensación de serenidad y confianza y sentí inmensa gratitud hacia Dios por Su amor protector. Mi voz fluyó fácilmente desde la primera nota hasta la última. No quedaba ningún vestigio de ronquera. Tuve mucho éxito y nadie se apercibió de lo que me ocurría, a excepción del practicista y mi esposa. Me sentí profundamente agradecido por esta curación de lo que aparentaba ser un caso de laringitis aguda, pero mayor todavía es mi gratitud por la paz espiritual que esta demostración trajo consigo y por una comprensión más clara de Dios, nuestro tierno Padre-Madre.

En otra ocasión en momentos en que estaba sufriendo de los efectos de un accidente de automóvil, no sólo fui admirablemente sostenido al aplicar las verdades de la Christian Science, sino que los pronósticos de la mente mortal de que ciertos huesos fracturados no se compondrían fueron todos revocados, y me restablecí completamente.

Deseo expresar mi gratitud por el trabajo devoto, desinteresado y eficaz de los consagrados practicistas en todas partes del mundo, y en especial por los que me han ayudado a mí y a los míos. Estoy agradecido de que nos ha sido posible dar esta gloriosa verdad a nuestros dos hijos, quienes han aprendido a aplicarla en sus vidas diarias.

Este testimonio quedaría incompleto si dejara de expresar mi más profunda gratitud hacia Mrs. Eddy por su inapreciable revelación de la Christian Science. Estoy agradecido por las numerosas actividades de este movimiento, por el Manual de la Iglesia, por la lealtad y vigilancia de la Junta Directiva de la Christian Science, por ser miembro de La Iglesia Madre y una iglesia filial, y por el privilegio de participar en las actividades de esta iglesia. También estoy agradecido por haber recibido un curso de instrucción en clase autorizad a de la Christian Science y por todo el bien que esto continúa aportándome.

Doy gracias a Dios por la Christian Science.—

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