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"Como el que sirve"

Del número de enero de 1951 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El hombre de negocios que es un Científico Cristiano halla amplias oportunidades de llevar la Christian Science a la práctica. Al hacer esto, piensa sobre todo en servir al prójimo más bien que en el beneficio personal. Con todo derecho, espera el bien como el resultado de los buenos servicios prestados a sus clientes, pero el beneficio propio no es su objectivo primordial. Al adoptar como su lema la idea de servir al prójimo, el hombre de negocios se pone de acuerdo con las enseñanzas de Cristo Jesús, quien dijo (Lucas, 22:27): "Yo soy entre vosotros como el que sirve."

La incertidumbre en la cual tan a menudo se ve sumergido el mundo de los negocios, no presenta tantas dificultades para el comerciante concienzudo que es un Científico Cristiano. Este se vuelve al Principio divino con confianza y ahí halla una norma de conducta que puede adoptar con pleno éxito.

"¿Toma parte Dios en mis negocios?" podría preguntar alguien. Para aquel que no conozca la Christian Science, a primera vista tal pregunta puede que parezca absurda, pero una vez que haya comprendido lo que es Dios y en que consisten las leyes que emanan de El, percibirá que Dios toma parte en cada detalle de sus actividades, así como en cada detalle de cualquier empresa correcta.

La Christian Science enseña que Dios no es una cantidad desconocida, que habita en un cielo remoto. Dios no es personal en el sentido limitado de este término. No se Le revela mediante la filosofía humana, ni se Le halla en los misterios de la idolatría pagana.

"El bien" es un término que define a Dios de una manera muy sencilla. Si un principiante en el estudio de la Christian Science halla dificultad alguna en comprender el enorme significado del término Dios, debería comenzar por admitir que Dios es el bien, y su dificultad desaparecería. Al tornarse a la idea del bien, el comerciante, al igual que cada uno de nosotros, halla un punto de partida. Busca el bien, se vale del bien y lo espera. Tanto en el hogar como en sus negocios, la demostración del bien es la regla que rige su vida. Se instala en una buena localidad porque tal localidad simboliza mejor la naturaleza de Dios. Por la misma razón, ofrece y exige mercadería de la mejor calidad. Estudia y adopta los mejores métodos para el buen funcionamiento de su negocio, siempre que esté convencido de que serán de beneficio tanto para el cliente como para sí mismo. Se adhiere a la honestidad y la justicia. Es generoso para con sus empleados y se interesa por su bienestar.

El hombre de negocios que crea una gran empresa mediante métodos agresivos, como un duelista empeñado en combate mortal, no puede alcanzar un éxito verdadero. Tarde o temprano, a menos que sus móviles y métodos cambien, sufrirá los efectos destructivos de su propia creencia. La Christian Science, por el contrario, promueve la solidaridad, los servicios leales y el éxito seguro.

Teniendo por guía y consejero el Principio divino, el negociante no necesita abrigar temores ni dudas. En tiempos de crisis se mantiene firme, sabiendo que ha seguido las direcciones del Principio divino y que mediante sus oraciones ha sometido sus problemas a Dios, el bien, a Aquel que crea y gobierna al hombre.

Recordemos que la oración es la parte más esencial en los negocios. El Científico Cristiano debe no solamente orar por ser guiado correctamente sino que debe llevar sus oraciones a la práctica, viviendo — por decirlo así— en todo momento el bien por el cual ora. Mary Baker Eddy dice en cuanto a la Christian Science en el mundo de los negocios (Miscellaneous Writings, pág. 252): "Alienta al hombre de negocios, aumenta sus aptitudes y asegura el éxito de la honradez."

Si se reconoce que, como lo enseña la Christian Science, la honradez proviene de Dios, su éxito queda asegurado. Hay que reconocer que la honradez vence la improbidad, tal como la luz destruye la obscuridad. La humanidad demasiadas veces cree que la improbidad y los procedimientos dudosos pueden conducir al éxito en los negocios. Tales métodos son desastrosos y en muchos casos las bancarrotas se deben a los gérmenes de la improbidad que se introducen en una empresa comercial.

Un destacado hombre de negocios que es Científico Cristiano dijo un día al que esto escribe que, merced a la influencia de la Christian Science, está amaneciendo una nueva era en el mundo de los negocios. Es una era de servicios y no del egoísmo; una era en que el dar y no el adquirir es lo primordial. Sin duda este fué el ideal de nuestro Maestro Cristo Jesús, cuando pronunció aquellas memorables palabras que ya hemos citado: "Yo soy entre vosotros como el que sirve."

Cuando los negocios están basados sobre este ideal de servir al prójimo — una organización sana y simple, imbuída del amor desinteresado, en el cual no influyen ni los beneficios ni el magnetismo personales — entonces de cierto que amanecerá una nueva era para el mundo de los negocios. Una empresa basada en Dios, el bien, y guiada por los dos grandes mandamientos: el deber hacia Dios y el deber hacia el prójimo, no puede menos que tener éxito, ya que emana del Principio y permanece en él.

La entera estructura económica de una nación se verá reforzada cada vez que un negocio o una empresa comercial adopte la norma de conducta establecida en la Biblia y en el libro de texto de la Christian Science, "Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras" por Mrs. Eddy. Hablando del acto-de dar, que implica el servicio verdadero, Mrs. Eddy dice (Ciencia y Salud, pág. 79): "El dar en el servicio de nuestro Hacedor no nos empobrece, ni enriquece el retener."

A través de una infinidad de ejemplos, la naturaleza nos enseña lo que significa el dar. La luna y las estrellas dan su luz, los árboles sus frutos y follaje, las flores nos ofrecen su perfume y los pájaros sus cantos. Sería difícil hallar en la naturaleza algo que no se ocupara en dar. ¿Es acaso más pobre la naturaleza por causa de su generosidad? De cierto que no — todo lo contrario.

Cuanto más amemos y apreciemos el bien que Dios nos da, fuera simbolizado por la naturaleza o por un negocio dirigido de manera generosa, tanto más nos tornaremos a El. La nación, el pueblo o la empresa en los cuales se ahoga la iniciativa o falta la generosidad no está cumpliendo con sus obligaciones, a la vista de Dios. Pero el Científico Cristiano concienzudo, sea estadista, hombre de negocios, esposo, padre o amigo, se adhiere a la regla de la vida expuesta en aquella estupenda declaración de Cristo Jesús (Mateo, 7:12): "Todo lo que quisiereis que los hombres hicieren con vosotros, haced vosotros también así con ellos." Obedecer este precepto es conducir bien los negocios.

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