El hombre de negocios que es un Científico Cristiano halla amplias oportunidades de llevar la Christian Science a la práctica. Al hacer esto, piensa sobre todo en servir al prójimo más bien que en el beneficio personal. Con todo derecho, espera el bien como el resultado de los buenos servicios prestados a sus clientes, pero el beneficio propio no es su objectivo primordial. Al adoptar como su lema la idea de servir al prójimo, el hombre de negocios se pone de acuerdo con las enseñanzas de Cristo Jesús, quien dijo (Lucas, 22:27): "Yo soy entre vosotros como el que sirve."
La incertidumbre en la cual tan a menudo se ve sumergido el mundo de los negocios, no presenta tantas dificultades para el comerciante concienzudo que es un Científico Cristiano. Este se vuelve al Principio divino con confianza y ahí halla una norma de conducta que puede adoptar con pleno éxito.
"¿Toma parte Dios en mis negocios?" podría preguntar alguien. Para aquel que no conozca la Christian Science, a primera vista tal pregunta puede que parezca absurda, pero una vez que haya comprendido lo que es Dios y en que consisten las leyes que emanan de El, percibirá que Dios toma parte en cada detalle de sus actividades, así como en cada detalle de cualquier empresa correcta.
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