El Maestro predijo que habría "sobre la tierra angustia de naciones, en perplejidad,. .. desfalleciendo los hombres de temor, y en expectativa de las cosas que han de venir sobre la tierra habitada." Sin embargo, él declaró con seguridad y convicción: "Mas en comenzando a suceder estas cosas, erguíos y alzad vuestras cabezas; porque vuestra redención se va acercando" (Lucas, 21:25, 26, 28).
Al cumplir con su deber para con Dios, para con su Guía y para con la humanidad, tal como lo prescribe el Manual de La Iglesia Madre por Mary Baker Eddy, Artículo VIII, Sección 6, los Científicos Cristianos tienen hoy en día un papel importante que llenar en la historia mundial. Ellos conocen el poder de la Mente divina; saben que la Mente es Dios y que por tanto todo es Mente y sólo hay una Mente; y ellos saben que esta gran verdad extermina todo el error. En obediencia al precepto de Cristo Jesús, ellos contemplan la situación mundial desde la base de la totalidad y la omnipotencia de Dios; alzan la cabeza, es decir, vigilan su pensamiento de modo que no se vea manipulado por el temor, la sugestión mesmérica, los presentimientos del mal, la dualidad o el conflicto, en otras palabras, "las cosas que han de venir sobre la tierra."
En su obra Miscellaneous Writings (pág. 206), Mrs. Eddy dice: "El verdadero Científico Cristiano constantemente acentúa la armonía en sus palabras y en sus obras, mental y oralmente, repitiendo perpetuamente este diapasón celestial: 'El bien es mi Dios, y mi Dios es el bien. El Amor es mi Dios, y mi Dios es el Amor.' Esto no significa que repite meramente estas palabras sino más bien que mora ferviente y comprensivamente en la percepción de la totalidad e infinitud de Dios — el bien — del Amor universal. No invita al mal, pronosticándolo, temiéndolo ni reconociéndolo. Comprende que nada existe aparte de Dios y Su idea y se regocija de la oportunidad que hoy se le presenta de demostrar este hecho.
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