Durante los tres años que serví en las fuerzas armadas tuve muchas oportunidades de probar la eficacia de la Christian Science El nombre dado por Mary Baker Eddy a su descubrimiento (pronunciado Críschan Sáiens) y que, traducido literalmente, es la "Ciencia Cristiana". y de cerciorarme de que esta verdad revelada por Mary Baker Eddy es completa. Fuí sorteado para servir en el ejército varios meses después de haber completado la tesis para obtener el título a que aspiraba en una universidad del este. Mientras asistía a esa universidad había estudiado la Christian Science y me había dado cuenta de que esta Ciencia es la verdad esencial. En menos de un mes de estar en el ejército, el extraño rigor del régimen a que nos vimos sujetos me convenció de lo falsas y especulativas que son las doctrinas aun de las filosofías más aceptables.
Los primeros veintisiete días pasados en el ejército en un centro de mobilización al norte del estado de Nueva York, en el mes de enero, me parecieron excepcionalmente duros. A menudo la temperatura bajaba hasta 25 grados bajo cero. La mayoría de los soldados comenzaron a toser debido al humo del carbón de leña que invadía toda esa región. Durante algún tiempo me hallé libre de toda enfermedad, pero finalmente la conducta de los que me rodeaban produjo en mí un resentimiento tal que yo también caí víctima de la tos. Me atacó tan severamente que tosía sin cesar durante horas enteras hasta que mi voz quedó reducida a un gruñido ronco. Como había tenido aspiraciones de ser cantante, este mal me resultó muy penoso.
Me dediqué a estudiar diligentemente la Biblia y el libro de texto de la Christian Science, Ciencia y Salud, por Mrs. Eddy. No acepté ayuda médica alguna ni tampoco di cuenta de mi estado a mis superiores, sino que continué cargando carbón, fregando pisos y sirviendo durante dieciocho horas seguidas en trabajos de cocina. A los veinticinco días de haber hecho este trabajo, leí, con comprensión, el siguiente pasaje de las Escrituras citado en un folleto publicado por la Sociedad Editora de la Christian Science que me habían enviado mis padres: "Sin embargo, no os regocijéis de esto, que los espíritus os estén sujetos; mas regocijaos de que vuestros nombres están escritos en el cielo" (Lucas, 10:20). Comprendí entonces que no tenía ninguna necesidad de preocuparme por lo que veía alrededor mío, que mi verdadera entidad permanecía intacta, y que yo tenía mi propio trabajo que hacer. Pocos días después partí por tren con destino a un campo de maniobras situado en Oklahoma, estado en el cual había vivido años atrás, y al cual regresaba con mucho placer, aun vistiendo uniforme, Allí encontré mucho sol, un estado de orden admirable, y un Ministro de la Christian Science para Tiempos de Guerra. Me sentí muy agradecido por los cultos de la Christian Science que se llevaban a cabo en una capilla a una sola cuadra del cuartel al cual había sido asignado. Se instaló una sala de lectura en esta misma capilla, donde me fué posible estudiar y recibir mucha inspiración y grandes beneficios.
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