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La voluntad de Dios

Del número de enero de 1951 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El razonamiento espiritual lleva a toda persona esclarecida a la comprensión de que muy por encima y completamente aparte de las opiniones divergentes y el cuadro mental presentado por los sentidos materiales, la ley y la voluntad de Dios, el Principio divino, mantiene a cada detalle del ser en orden y armonía. El estudio de la Christian Science El nombre dado por Mary Baker Eddy a su descubrimiento (pronunciado Críschan Sáiens) y que, traducido literalmente, es la "Ciencia Cristiana". nos despierta a la percepción de este hecho inexpugnable. Proclama la unidad y la plenitud de la voluntad de Dios, y por consiguiente la suprema importancia de conformarse a ella.

A propósito de esto, Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Christian Science, escribe en su libro de texto, "Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras" (pág. 33): "Cuando el elemento humano luchaba en él con el divino, nuestro gran Maestro dijo: 'No sea hecha mi voluntad, sino la Tuya',— a saber: No sea la carne, sino el Espíritu, lo que esté representado en mí. Este es el nuevo entendimiento del Amor espiritual. Lo da todo por Cristo, o la Verdad." Así, en la aparente lucha entre los sentidos y el Alma cada uno es y será guiado, al igual que Jesús, a permitir que la voluntad de Dios se imponga de manera suprema como voluntad del hombre.

En su misión redentora, la Christian Science descubre la naturaleza errónea de la voluntad humana y su influencia nociva sobre la vida y la salud del género humano. En la página 490 de su libro de texto, Mrs. Eddy dice: "La voluntad humana es una propensión animal, y no una facultad del Alma. Por tanto no puede gobernar al hombre con acierto. La Christian Science revela que la Verdad y el Amor son las fuerzas motrices del hombre. La voluntad — ciega, obstinada y temeraria — coopera con apetitos y pasiones. De esta cooperación proviene el mal que encierra. De ahí resulta también su falta de poder, puesto que todo el poder pertenece a Dios, el bien." Reconocer el mal que pretende hacer en nuestras vidas la voluntad humana es un paso muy importante en la rendención individual. Estar dispuesto a renunciar a esa voluntad y permitir que la voluntad de Dios se cumpla es un paso aun más importante en el progreso.

La vida íntegra de Jesús fué el cumplimiento de la voluntad y el propósito divinos. Se recordará que él dijo repetidamente que no había venido para hacer su propia voluntad, sino la del Padre que le había enviado. El Maestro se consideraba únicamente como la expresión de la voluntad divina. Comprendiendo que su individualidad divina era el desenvolvimiento de la idea espiritual, obedecía en todo momento la voluntad de Dios y al hacer esto se convirtió en un ejemplo para todos nosotros.

En cualquier forma que se manifieste, la voluntad humana nunca trae la felicidad, la paz o la libertad. El despotismo y la dominación, ya sea en el hogar, en los negocios, en la iglesia o en los gobiernos, no traen más que la discordancia o las desavenencias. La persistencia en la porfía humana acaba en dolor y sufrimientos. Los rozamientos y contiendas que surgen del choque de las voluntades humanas revelan claramente su naturaleza errónea.

Aquellos que han sido practicistas de la Christian Science durante muchos años reconocen la influencia que ejerce la voluntad humana en los diversos problemas y dificultades que se les presentan para ser solucionados. El practicista de la Christian Science también comprende la naturaleza sutil y engañosa de la voluntad humana y sus efectos sobre las vidas y el cuerpo de aquellos que desearían sanar. Cabe notar que muchas personas en realidad no están conscientes de su propia obstinación. Muchos no advierten que la voluntad humana ha sido un elemento perturbador en sus vidas o que ha influído grandemente sobre su estado físico. Por esto conviene que todos declaremos frecuentemente, comprendiendo bien lo que decimos: "Yo no tengo voluntad alguna aparte de Dios — no sea hecha mi voluntad sino la de Dios. Yo no poseo una mente aparte de Dios." El estar dispuestos a tener dentro de nosotros la Mente "que estaba también en Cristo", la intención declarada de vivir en obediencia al Principio, no puede menos que proporcionar un mayor grado de felicidad, salud y armonía en la vida propia.

En lo que concierne la voluntad humana, el que suscribe recuerda un caso que conoció íntimamente. Se trataba de un hombre que tenía los dedos y las coyunturas muy hinchados, adoloridos y tiesos a causa de lo que los médicos diagnosticaban como un caso de artritis. Tenía además los pies tan tiesos y adoloridos que le era muy difícil andar. No obstante, comenzó a reconocer lo perniciosa que es la voluntad humana, percibiendo asimismo que, como hijo de Dios, él sólo era y podía ser el producto del propósito y voluntad divinos. Comprendió que el hombre verdadero no es sino la expresión de la voluntad divina y que esto era la verdad espiritual del ser tanto para él como para todos. Poco a poco dejó de identificarse en manera alguna con la obstinación, la brusquedad, la tendencia a abrirse camino por la fuerza, la terquedad y toda resistencia material. Su pensamiento se iba transformando y cuando el cambió llegó a ser habitual, el dolor y la hinchazón desaparecieron, volviendo sus manos y sus pies a un estado enteramente normal.

El egoísmo y la obstinación naturalmente obscurecen la luz de la comprensión espiritual. Sobre este tema nuestro libro de texto nos dice (Ciencia y Salud, pág. 242): "El egoísmo es más opaco que un cuerpo sólido." En cierto modo, la consciencia individual no es del todo desemejante al cristal de una ventana. Si el odio, la envidia y la porfía están obscureciendo la comprensión, la consciencia se pone como un cristal cubierto de polvo. De cierto que la luz está allí, pero el modo de pensar egoísta y obstinado no permiten que entre.

La Christian Science declara que la creación entera expresa o manifiesta la Mente divina y que por ende todas las ideas que constituyen esa creación deben tener un propósito divino. Percibimos entonces que, bajo el punto de vista espiritual, el hombre no es una mera casualidad, sino que es indispensable para la totalidad de la creación de la Mente divina. De modo que cuando uno percibe su verdadero ser como la idea, o reflejo, de la entidad de la Mente divina, sólo puede expresar y cumplir la voluntad de aquella Mente.

Dadas las condiciones mundiales reinantes hoy día, haremos bien en considerar lo que sucedería si todos los hombres pusieran de un lado en este momento la voluntad humana y dejasen que sus pensamientos y móviles expresaran únicamente el propósito divino. Todas las desavenencias en el hogar, todas las contiendas entre los capitalistas y los obreros, desaparecerían. Si el género humano reflejara la voluntad divina, cesarían las guerras y la unidad y totalidad de Dios serían demostradas. Sea aparente o no, el hecho es que la voluntad humana contraviene y resiste el mandato y la ley universal de Dios.

Es así que aprendemos en la Christian Science que el conformar nuestra manera de pensar con la perfecta voluntad de Dios es vivir y estar en conformidad con el Principio divino. Las palabras de David bien describen esta actitud, esta vida en completa obediencia al Principio (Salmos, 40:8): "Me complazco en hacer tu voluntad, oh Dios mío, y tu ley está en medio de mi corazón."

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