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La importancia del bautismo

Del número de abril de 1951 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando nuestro puro e inmaculado Maestro, Cristo Jesús, vino a Juan para ser bautizado, el asombro de Juan fué realmente sincero y vaciló antes de cumplir con la demanda de Jesús, declarando que él más bien necesitaba ser bautizado por el Maestro. Según el tercer capítulo del Evangelio de San Mateo, Juan había declarado anteriormente que el que vendría después de él sería mucho más poderoso que él y que suministraría otra clase de bautismo, un bautismo espiritual que purificaría la consciencia humana tal como el fuego consume la escoria. La consciencia humana así purificada estaría mejor preparada para recibir el Espíritu Santo. En la página 588 del libro de texto de la Christian Science "Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras", Mary Baker Eddy nos da la siguiente definición del Espíritu Santo: "La Ciencia divina: el desarrollo de la Vida, la Verdad y el Amor divinos."

Cristo Jesús se sometió al rito del bautismo por Juan, considerándolo sabio conformar con lo que se juzgaba un acto correcto; pero no hay constancia alguna que indique que él haya jamás bautizado con agua a nadie. Durante todo su ministerio trabajó con amor, enseñó pacientemente y demostró de una manera práctica la verdad del ser, a fin de que no solamente sus discípulos inmediatos sino la humanidad entera en toda época pudieran ser purificados de todo mal.

El bautismo es una parte esencial de las enseñanzas de la Christian Science. Sin embargo, es completamente diverso al concepto teológico del bautismo, el cual considera el rociar o inmergir en agua al cuerpo como una señal de la purificación interior y del divino perdón del pecado. En la Christian Science, el bautismo constituye la purificación de la consciencia humana y la comprensión de que el perdón divino del pecado significa la destrucción del pecado en todas sus fases. Mrs. Eddy define al bautismo en su significado verdadero y señala su sentido práctico en la página 35 de Ciencia y Salud, donde dice: "Nuestro bautismo es una purificación de todo error."

La Christian Science nos enseña a vencer el mal sobre la base de su completa irrealidad. Es esta una de sus enseñanzas más bellas y útiles. Tenemos autoridad bíblica acerca de la verdad de que Dios hizo todo lo que fué hecho y que todo era "muy bueno". No puede existir más que el todo. El mal no es bueno; ninguna de sus manifestaciones es buena, de modo que ninguna de ellas puede ser real o verdadera. Aunque el mal parece reclamar poder, presencia, actividad y dominio, todo lo que realmente existe es Dios y Su creación espiritual y perfecta. Esta creación consiste de ideas espirituales, puras y perfectas, que Dios constituye, rige, y gobierna y que son eternamente bendecidas por El.

Vuestro verdadero y único ser, así como el mío, es espiritual; es la imagen y semejanza de Dios. El tal llamado hombre mortal, el organismo material que se supone contener una mente propia, completamente aparte de Dios, la Mente divina, no es el hombre sino un falso concepto humano que debe ser reemplazado por la comprensión de nuestra individualidad verdadera. Mediante la percepción espiritual y la utilización científica de esta verdad, el discípulo puede sobreponerse a las creencias del mal — la impureza, el temor, el pecado, la enfermedad, la tristeza y la penuria. Como la manifestación pura y perfecta de Dios, el hombre nunca ha menester de bautismo, de arrepentimiento, de reforma o de salvación, ya que es eternamente uno con Dios.

El bautismo verdadero es una experiencia mental que acompaña la demostración del entendimiento espiritual de Dios y del hombre. Las enseñanzas y demostraciones de la Christian Science son puramente espirituales, pero son al mismo tiempo eminentemente prácticas y aplicables a todos los detalles de la vida diaria. Los pasos prácticos a darse en el bautismo, según la Christian Science, son percibidos prontamente a medida que uno persigue el estudio de la Biblia y los escritos de Mrs. Eddy.

Cuando uno despierta a la necesidad de ser purificado y desea sinceramente reformarse, su bautismo ha comenzado. El deseo de progresar espiritualmente es ya un paso en la dirección correcta. Cuando uno acude a Dios humildemente en busca de una comprensión más clara de El y de la relación que existe entre el hombre y su Padre celestial, y cuando realmente desea abandonar el pecado y la mundanalidad y perseguir obedientemente la senda de la justicia a medida que se le va revelando, ya ha experimentado otra fase del bautismo. Al percibir la verdad de que Dios es la única Mente y que el hombre es la imagen de esta Mente única, comprende que la llamada mente mortal o carnal no es su Mente, ni Mente alguna, sino un mito. Desde este punto, los impulsos de la mente carnal y todas las creencias erróneas comienzan a desvanecerse, hasta que por fin se convierten en la nada y la espiritualidad se va haciendo activa en la consciencia humana, resultando una completa renovación o transformación en la manera de pensar, actuar y vivir. Es así como el bautismo verdadero efectúa la purificación del mal.

Cierto principiante en el estudio de la Christian Science, cuando muy joven, a veces caía en el gran defecto de la profanación. Llegó el momento en que sintió sinceros deseos de sobreponerse a esta costumbre de tomar el nombre de Dios en vano. Percibió que este hábito no sólo era pecaminoso sino que indicaba su ignorancia de los términos apropiados que harían de su conversación algo que fuera vigoroso y expresivo. Cuando comenzó a poner en práctica sus conocimientos de la Christian Science, resolviendo pensar, hablar y vivir correctamente y de acuerdo con esos conocimientos, obtuvo una curación completa de aquel mal hábito.

La metafísica de Cristo Jesús tan claramente expuesta en su inolvidable Sermón de la Montaña, constituye la base de la comprensión y de la práctica científicamente cristianas del bautismo verdadero, ya que en él el Maestro declaró: "Bienaventurados los de limpio corazón; porque ellos verán a Dios" y: "Sed, pues, vosotros perfectos, así como vuestro Padre celestial es perfecto" (Mateo 5:8, 48). Nadie comprendió más claramente que el Maestro, Cristo Jesús, la necesidad absoluta de la pureza de pensamiento. Sus enseñanzas revelan definitivamente que la pureza del corazón es un requisito indispensable para aquellos que desean ver a Dios — la Verdad, la Vida y el Amor. La pureza es una de las piedras angulares de la religión cristiana; sin ella no puede alcanzarse el cielo, la armonía. La curación científicamente cristiana de la enfermedad, el triunfo sobre el pecado, la paz y felicidad permanentes, no pueden ser logradas por aquel que, mofándose de la pureza, permite que la impureza predomine en su consciencia y gobierne su manera de pensar y vivir.

Para todo aquel que busca la Verdad, la Christian Science ofrece un refugio seguro, donde podrá aprender a utilizar la capacidad que Dios ya le ha conferido para triunfar sobre la presencia y el poder hipotéticos del mal. El mortal que se apercibe de sus transgresiones — a menudo a través del sufrimiento — experimenta un penoso estado de consciencia. Las creencias de temor, pesadumbre y remordimiento parecen abrumarle, pero mediante la oración, la humildad, la honestidad y el amor, la consciencia humana emerge de este bautismo de fuego, resultando un arrepentimiento verdadero. El próximo paso majestuoso será la reforma permanente.

La Biblia nos refiere de una mujer de quien Jesús echó fuera siete espíritus malignos, lo que significa que ella había sido curada de siete creencias erróneas. La sinceridad de su arrepentimiento se hizo patente en su reformación genuina y en su fiel adhesión a las enseñanzas del gran Maestro. María Magdalena sabía por experiencia cuán importante es este bautismo, y grande fué su recompensa. De todos los seguidores de Jesús, ella fué la primera que le vió y le oyó hablar después de su gloriosa resurrección de la tumba. Poco después de la resurrección, al conversar con sus discípulos, Jesús les dijo (Marcos 16:16-18): "El que creyere y fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere, será condenado. ... Y estas señalas acompañarán a los que creyeren: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán en nuevas lenguas; alzarán serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les dañará; sobre los enfermos pondrán las manos, y sanarán."

En su obra Miscellaneous Writings (pág. 203-207), Mrs. Eddy ha escrito un artículo que es a la vez instructivo y rico en inspiración, titulado Pond and Purpose, el cual trata sobre el bautismo desde el punto de vista científicamente cristiano. En él, el bautismo es explicado como consistiendo de tres pasos progresivos de la purificación de la consciencia humana. El primero es el arrepentimiento. El segundo consiste en la actividad del Espíritu Santo, o la Ciencia divina, en la cual la fe se encamina hacia Dios y hacia las cosas pertenecientes a Dios, apartándose del mal, del pecado y del materialismo. El tercer paso es la disolución del error o del sentido corporal, o sea la escena final en la cual la materialidad se destruye y el hombre mortal da lugar a la realidad divina.

Como estudiantes de una Ciencia demostrable, nosotros sabemos lo importante que es el arrepentimiento sincero, pero no debiéramos contentarnos con el mero arrepentimiento. Debemos avanzar continuamente hasta que alcancemos un entendimiento de la Ciencia divina, con su esclarecimiento espiritual dirigido y protegido por Dios. Al hacer esto, experimentaremos el bautismo del Espíritu, del cual habla Mrs. Eddy en Ciencia y Salud (pág. 241): "El bautismo del Espíritu, que lava el cuerpo de todas las impurezas de la carne, significa que los de limpio corazón ven a Dios y están acercándose a la Vida espiritual y su demostración."

Cuando uno puede orar con verdadera sinceridad y humildad y con un genuino amor hacia Dios y el prójimo, de acuerdo con las palabras del Salmista (Salmos 51:10, 12): "¡Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí! ... ¡Restitúyeme el gozo de tu salvación, y el Espíritu de gracia me sustente!", puede estar seguro de que mediante el amor de Cristo, la Verdad, ya está experimentando la purificación del error, o sea el bautismo en su verdadero significado espiritual. Regocijémonos por la amonestación de Dios, tal como fué anunciada por el profeta Isaías (1:16, 17): "¡Lavaos, limpiaos; apartad la maldad de vuestras obras de delante de mis ojos; cesad de hacer lo malo; aprended a hacer lo bueno!"

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