El que comienza a estudiar la Christian Science El nombre dado por Mary Baker Eddy a su descubrimiento (pronunciado Críschan Sáiens) y que, traducido literalmente, es la "Ciencia Cristiana". puede que al principio lo haga simplemente como un lector que se preocupa sobre todo por comprender el sentido literal de sus enseñanzas. Se ve confrontado con un número de conceptos absolutos y nuevos acerca de Dios, el hombre y el universo, conceptos que quizá difieran radicalmente de los que antes tenía y de las creencias aceptadas por muchas iglesias. No obstante se regocija cada día a causa del mayor esclarecimiento espiritual que le proporciona el estudio de esta Ciencia. Es muy posible que al principio sienta la necesidad de consultar con Científicos Cristianos más experimentados y de valerse de su ayuda para solucionar sus problemas físicos o de otra índole.
Pero llega el momento en el que uno debería percibir que no basta meramente creer en las enseñanzas de la Christian Science, sino que hay que llevarlas a la práctica si es que desea convertirse en pensador espiritualmente científico. Esto exige cierto conocimiento de la letra y una demostración siempre mayor del espíritu.
La Ciencia del ser es la comprensión demostrable de lo que constituye el vivir, de manera que debe ser vivida y ejemplificada. Para quien emprenda su estudio, esta Ciencia debe ser una parte esencial de su consciente y constante modo de pensar. Si desea progresar y valerse de las bendiciones que aporta, no debe aplazar la utilización en su vida propia de las verdades prácticas de la Christian Science. A este punto en su experiencia el discípulo debería rechazar las frecuentes sugestiones de que su comprensión es limitada, y no permitir que el desprecio de sí mismo le impida aplicar en sus propios asuntos, como en los ajenos, las verdades divinas del ser que haya percibido.
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