Yo emprendí el estudio de la Christian Science cuando padecía de muy mala salud. En aquel entonces era miembro activo de una iglesia ortodoxa y estaba buscando a Dios, pero al mismo tiempo confiaba en la medicina. Finalmente me sometí a una operación para aliviar mis sufrimientos, pero me hallaba como la mujer de que se habla en la Biblia (Marcos 5:26) quien "había sufrido mucho por parte de muchos médicos, y había gastado todo su haber, y nada había aprovechado, sino antes le iba peor."
Al preguntarle a nuestro pastor por qué debía yo sufrir tanto, él me respondió: "Dios ama a los que sufren pacientemente y El le ha escogido a usted." Yo le contesté enérgicamente, diciéndole que yo no sufría con paciencia, y fué en ese momento que resolví buscar al Dios verdadero. Dónde y cómo, lo ignoraba. Leí nuestro libro de oraciones, sin hallar en él inspiración ni consuelo. También leí la Biblia, pero sin comprenderla. Renunciando todos los métodos materiales de curación, pensé que tendría que seguir sufriendo hasta que la muerte me pusiera en libertad.
Un día cuando había sufrido intensamente durante muchas horas, mi marido me dijo: "¿Por qué no probamos la Christian Science?" Esto no se me había ocurrido, pero a los pocos instantes me di cuenta de que esto era justamente lo que quería hacer. Nos comunicamos con un practicista, quien comenzó a trabajar por mí. La curación física no se llevó a cabo inmediatamente pues había muchas creencias erróneas que expulsar de mi pensamiento antes de que la verdad sanadora pudiera penetrar en él. Sin embargo no me sentí desalentada ya que a medida que leía la Biblia junto con el libro de texto, Ciencia y Salud, por Mrs. Eddy, la Biblia se iba iluminando para mí. Al fín había encontrado la clave de las Escrituras. Ahora gozaba mucho al estudiar la Biblia; amaba este hermoso libro y sus promesas eran para mí. Las enseñanzas de Cristo Jesús me reconfortaban; había hallado a Dios y mi curación se llevó a cabo gradualmente.
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