Al dar testimonio de los hechos de Jesús dijo San Juan (Juan 21:25): “Si se escribieran uno por uno, supongo que ni aun en el mundo podrían caber los libros que se habrían de escribir.” Yo también siento, cuando trato de expresar mi gratitud por las bendiciones infinitas de que he sido objeto mediante la revelación del Cristo, la Verdad, que los medios humanos son inadecuados para comunicar las ideas dignas de la bondad del Amor divino.
La Christian Science me advino en una época de mi vida en la que era muy grande mi necesidad cuando servía en el Ejército. El trabajo de oficina que se me había asignado era muy pesado requiriendo largas horas sin que fueran fijas. Durante ese período mi oído se volvió defectuoso al grado de no poder oír a veces la conversación de mis compañeros de trabajo, teniendo que depender en gran parte del movimiento de sus labios para saber lo que decían. Además, me sobrevino una grave afección ocular que requirió tratamiento médico. Al mismo tiempo una alergia o aversión cutánea a los géneros de lana que siempre había sentido al usarlos, se volvió muy incómoda.
Consulté a los doctores del Ejército, que me prescribieron anteojos y tratamiento de mis ojos, declarando que se me habían roto los tímpanos y que eso no tenía remedio, y viendo que sus tratamientos no curaban mi alergia, recomendaron me trasladaran a un hospital a cargo de especialistas en enfermedades cutáneas.
Ya había estado cinco veces en el hospital a causa de mal de amígdalas y otras afecciones. Sobresaltado de temor y desaliento, me puse a repetir varias veces el Padre Nuestro. Eso me produjo gran consuelo, y tan claramente como si alguien la profiriera, me ocurrió la pregunta: ¿Por qué no pruebas la Christian Science? En seguida pensé en una amiga de mi madre que era practicista y al día siguiente le escribí solicitando su ayuda.
Yo poseía un ejemplar del libro de texto de la Christian Science, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mrs. Eddy, que me había dado mi madre, pero que nunca había podido entender. La practicista me escribía animándome, y poco a poco comencé a entender lo que leía. En unas tres semanas sané de la sordera, la condición ocular también quedó curada sin que fuera necesario usar lentes ya, y la afección cutánea se había disipado. Igualmente sané por completo del deseo de tomar vino en convivialidades, mi carácter se volvía más cristiano y una amistad interrumpida entró en tan franca armonía que el amigo que anteriormente había ridiculizado la Christian Science comenzó a estudiarla y a concurrir con regularidad a los servicios de la iglesia acompañándome. Yo agradezco todas estas pruebas del amor de Dios hacia el hombre.
Desde que experimenté estas curaciones la Christian Science ha sido mi único médico y la he venido utilizando con éxito curándome de dolores de cabeza, resfriados, laringitis, el hábito de fumar, envenenamiento ptomáinico, callos y varias clases de temor.
En una ocasión inmediatamente después de habérseme dado de baja del Ejército, estando de visita con unos amigos en otra ciudad, cogí un resfriado severo. Viendo que no cedía a mi propio tratamiento, fuí a ver a un practicista a eso del mediodía. La curación fué instantánea, y el mismo día quedaron resueltos dos otros problemas sin que tratáramos de ellos durante la consulta con el practicista. Un exjefe me dijo que volviera a trabajar con él con un aumento substancial de sueldo, solucionando así mi problema de empleo. Y en la noche concurrí a un servicio de testimonios, después del cual una señora se me acercó y me preguntó en dónde vivía. Cuando le dije que no tenía residencia fija, me preguntó si deseaba ir a vivir en su casa. De ese modo mi confianza en Dios me proporcionó un hogar sumamente deseable.
Deseo significar mi agradecimiento por ser miembro de La Iglesia Madre y de una de sus iglesias filiales y por el privilegio de servir en una organización colegial y en una iglesia filial. El privilegio de haber recibido instrucción facultativa de la Ciencia lo considero de lo más sagrado. Doy las gracias a nuestro Padre celestial por Cristo Jesús, el Ejemplificador del camino, y por Mrs. Eddy que ha revelado sus enseñanzas a esta era mediante la Christian Science.—Dallas, Texas, E.U.A.