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Tratamiento de la Christian Science

Del número de octubre de 1952 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un tratamiento de la Christian ScienceNombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”. es cosa muy natural, tan natural como corregir un error de aritmética. Es la utilización del poder de la Verdad para corregir una condición que no es verdadera. A fin de corregir errores matemáticos, tenemos que conocer las verdades que se requieran. Y a efecto de utilizar el poder de la Verdad en un tratamiento cristiano-científico, hay que comprender algo de las verdades específicas que podamos utilizar. ¿Cuáles son las verdades que necesitamos saber?

En primer lugar, ¿qué sabemos de la Verdad en sí? Según la Christian Science, Verdad es sinónimo de Dios. Nadie duda que la Verdad existe. Pero es correcto y lógico negar que exista lo que implican ciertos conceptos equivocados de los que se habla como si fueran Dios. Rechazar un falso concepto que se tome como Dios puede ser un modo honrado e inteligente de rehusarse a aceptar que sea Dios lo que no es la Verdad, y puede asimismo llevarnos a una clara comprensión de lo que es realmente Dios.

Reconocer a Dios como la Verdad, y a la Verdad como Dios, conduce a la percepción de ciertos hechos que se conciernen con la naturaleza de Dios. Como la Verdad fundamental sobre la que deben basarse todas las verdades, Dios es el Principio supremo que rige y armoniza todas las leyes que realmente existen. Como el Principio primordial que gobierna al hombre inteligente y la consciencia que él tiene del universo, tal Principio es el Dios que todo lo sabe, o sea la Mente perfecta. Siendo completamente inteligente, percibiendo y evaluando plenamente lo bueno y armonioso que son las ideas perfectas que lo expresan, Dios, la Mente, por Su propia naturaleza tiene que ser Amor. Mente sin Vida sería inconcebible. Dios, como Vida, es la base necesaria de todo lo que manifiesta Vida en realidad. Principio, Verdad, Amor, Vida, son unos de los sinónimos de Dios que muestra el libro de texto de la Christian Science, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy, y cada uno de ellos, cuando se entiende, trae consigo el poder de la Verdad para corregir errores y disipar falsedades.

A fin de corregir un error en los cómputos matemáticos hay que aplicar la verdad específica. Un conocimiento de las matemáticas en general es necesario, pero no suficiente para corregir un equívoco específico; debe aplicarse la verdad definitiva del caso. Un tratamiento de la Christian Science incluye la utilización específica de la Verdad. ¿Quién aplica esa utilización específica? ¿Puede el mismo estado de consciencia que incurrió en error corregir tal error? Sin reflexionar lo suficiente, alguien puede contestar que sí. Pero, ¿no se describe la situación con más exactitud si separamos el estado de consciencia inteligente que se percata de los hechos y discierne la verdad, del falso estado de consciencia que transitoriamente parece aceptar y creer una equivocación?

Un tenedor de libros sabe sumar aun cuando se halle frente a una columna de números erróneamente sumados que él mismo haya manuscrito y que ahora requiera corrección. ¿Cuál es el hombre real, el estado de consciencia que conoce los hechos, o el transitorio estado de falsa impresión que parece haber mal calculado? Por supuesto que su identidad verdadera es la consciencia que conoce los hechos. Este es su “yo” real, su entidad o consciencia permanente. El sabe que sabe sumar. Cuando se aplica la verdad al equívoco, disipa el equívoco y todo su aparente poder para causar perjuicio, y al mismo tiempo desvanece y extingue por completo el falso estado mental que de momento parecía creer y experimentar la equivocación. La aparente consciencia ilusoria que acepta un error no forma parte de la verdadera consciencia inteligente — no es el hombre en sí.

De la misma manera el tratamiento cristiano-científico distingue la identidad real de la falsa y protege y sostiene la entidad verdadera, o consciencia auténtica, que se percata inteligentemente de la Verdad, al mismo tiempo que desvanece el falso estado mental que, como un sueño o condición hipnótica, parece dar testimonio de que existe lo que no es real ni verdadero. En la Christian Science se menciona este falso estado de consciencia, que parece saber y experimentar lo que no es cierto, como mente mortal que hay que repudiar y eliminar tan definitiva y completamente como el falso estado mental que causa un error en los cálculos matemáticos.

Al expresar nuestra entidad real, inteligente y a semejanza de Dios, podemos aplicar la verdad que se requiere, del mismo modo que una maestra puede corregir un error en la suma sin la más leve impresión de que tal error sea una realidad. El equívoco que parecía tan real a la falsa consciencia del alumno, para la maestra no tiene apariencia de realidad. Cinco más dos suman siete, y eso corrige el error. La maestra no tiene que participar en la falsa consciencia que indujo al alumno a poner nueve como la suma. La equivocación no engaña a la maestra, y cuando se niega a aceptarla, eso hace que el alumno perciba la verdad que en su entidad real él siempre había sabido. Así desaparecen por igual el falso estado mental y su equivocación. El alumno reconoce la verdad, y se da cuenta de que la conoce.

Una maestra de aritmética sabe que cada uno de sus alumnos posee la innata habilidad para conocer y utilizar las verdades matemáticas a pesar del pasajero estado de consciencia falso que parece admitir un error. Y también en el tratamiento de la Christian Science, la verdad de que el paciente es en la realidad de su ser a la semejanza de Dios, inteligente, amoroso, y que está sano, debe reconocerse a despecho del testimonio equivocado de la falsa consciencia que es la mente mortal.

La verdad que se emplea para corregir un error matemático por supuesto que tiene que basarse en los fundamentos de las matemáticas, por lo cual concuerda con los otros principios o verdades de esa ciencia. Para que sea eficaz debe ser al mismo tiempo la verdad específica que se requiera para corregir el error de que se trate. De idéntico modo en el tratamiento de la Christian Science cada verdad que se declare debe basarse en la Verdad, el Principio divino; debe concordar con todas las otras fases o manifestaciones de la Verdad. Y debe aplicar efectivamente a los errores específicos las verdades que han de anularlos y disiparlos.

Cada tratamiento de la Christian Science es diferente de los demás porque difiere la necesidad en cada caso. Cada uno de ellos expresa a Dios, Amor divino, cuando responde a la necesidad humana al aceptársele de buena gana. Un paciente puede estar dispuesto a que se le cure de cualquier enfermedad y de ciertos pecados evidentes, sin hallarse listo aún para compenetrarse plenamente de su inmortalidad y perfección como hijo de Dios. La verdad pura, inadulterada que se aplique a los erróneos conceptos de que el paciente esté dispuesto a desprenderse, puede curar su enfermedad y librarlo de la esclavitud del pecado, aunque todavía queda mucho que vencer. Al experimentar así el efecto curativo de la Verdad, el paciente queda preparado para continuar progresando. Su misma gratitud por la curación lograda e inspirado por lo que ya vislumbra del poder del Amor, el paciente se siente impelido espontáneamente a lograr más de la armonía y de la libertad que ya ha probado.

Para curar no es necesario entender por completo el arte sanativo de la Christian Science, aunque nos hacemos más eficientes en la utilización de esta Ciencia estudiándola y practicándola, como nos sucede con las matemáticas. Pero podemos empezar por lo sencillo. Es tan irresistible el poder de la Verdad que el tratamiento que dé quien apenas comience a vislumbrar sus posibilidades, o la aplicación simple y directa de la Verdad por un niño, puede sanar instantáneamente enfermedades en estado tal que se consideren incurables, exactamente como un niño puede corregir un error en suma que envuelva millones de dólares si aplica correctamente la regla aritmética del caso. Los principiantes experimentan curaciones que les parecen milagrosas cuando la Verdad comienza a derribar las primeras berreras de su cautiverio. Así un tratamiento cristiano-científico tiene tanto su efecto inmediato que cura y que libra como su resultado de mucho mayor alcance por ser un paso hacia la libertad completa que es la herencia individual de todo hijo de Dios.

¿Cómo hallar las verdades específicas que hay que contraponer para curar en cualquier caso? Mientras más claramente comprendamos la Verdad, más se evidencia el hecho específico que hay que contraponer a cualquier error de que se trate. Podemos comenzar siempre con la verdad de inmenso alcance de que lo que Dios sabe de la situación dada incluye todos los hechos que sea preciso contraponer para corregir y aniquilar los errores que se nos presenten. Esto nos sirve para empezar. Luego, con las verdades específicas que Dios conoce, podemos invertir y refutar el testimonio de los síntomas de las enfermedades que al pensamiento mortal le parezcan ser reales. Podemos negar y reemplazar con la verdad la falsa evidencia de los malos deseos y las deficiencias que presente la consciencia mortal. Así increpamos y destruimos lo que la Biblia llama el adversario, y el supuesto pensar subjetivo que comprende la mente mortal y el estado objetivo que ella asume artificiosa y engañosamente. Cuando aplicamos concienzudamente las verdades que se requieran, confiando en que Dios en Su amorosa sabiduría nos muestre qué hay que hacer, El nos suministra las verdades específicas con qué anular la pretensión que ofrezca la mente mortal. La enfermedad se desvanece, el pecado queda vencido, la discordancia desaparece, la carencia cesa a medida que Dios, Amor, sigue guiándonos.

El libro de texto de la Christian Science contiene muchos ejemplos que ilustran esta eficiente aplicación de la verdad a específicos conceptos mortales en forma que responda a la necesidad de los diversos modos de pensar. El que se dedica a las ciencias naturales encuentra que se habla de la Christian Science como un descubrimiento analizado en términos que satisfacen a su raciocinio. El teólogo halla que se menciona como una revelación, el cumplimiento de una profecía de las Escrituras que confirma su intuitiva fe en Dios. El que busca salud encuentra una explicación bien razonada de la naturaleza de la medicina y una comparación en la que la Christian Science va mucho más lejos y es más eficaz que cualquier otro método curativo que se ofrezca a la humanidad. Todas las conclusiones a que se llega se basan en la Verdad inescapable e irresistible. Toda teoría científica falsa y transitoria, como la que se venía aceptando de que la materia se compone de átomos indestructibles, queda relegada a lo que no es científico por no fundamentarse en la Verdad. Los dogmas que ofrecen místicas representaciones erróneas de Dios se examinan a la luz del razonamiento inteligente y pierden su potencia para engañar y descarriar.

Sea que el neófito prefiera pensar que la Christian Science es un descubrimiento porque su educación y previa experiencia sean científicas, o que le interese principalmente como una revelación en vista de que se ha ocupado habitualmente de la religión, al elevarse a una comprensión más clara ve que la Christian Science es a la vez un descubrimiento y una revelación, por ser la verdad. Se percata de que es apropiado usar ambos términos intercambiablemente a la luz de la Christian Science, porque a esa luz se ve que la teología y la Ciencia son una misma cosa. Se da cuenta de que, considerando honradamente lo que Mrs. Eddy ha contribuido para el progreso de la humanidad, hay que reconocerla como la que descubrió esta Ciencia y también como la que ha revelado a esta era la comprensión terminante y final de Dios que constituye la única teología verdadera.

Por supuesto que, en esencia, el tratamiento de la Christian Science es oración. Dios infunde en la humanidad el deseo recto que es el germen de la oración verdadera. “El deseo es oración,” escribe Mrs. Eddy en Ciencia y Salud (pág. 1). Y el deseo de la humanidad espiritualizada es siempre recibir lo que de bueno ha preparado Dios para el hombre, la salud y armonía, abundancia y felicidad que el Principio, la Verdad, mantiene y que el hombre refleja siempre. Los que acuden a Dios orando humilde y ávidamente, sea que su oración tome la forma de una petición o de una declaración, de Dios reciben tanto el deseo como su cumplimiento que se combinan en oración y demostración. El enfermo sana, la escasez y la discordancia se disipan, y en ese grado lo humano se eleva hacia la realidad conclusiva de la Verdad.

“Dios es amor” (I Juan 4:16). Siendo una expresión y aplicación de la Verdad, el tratamiento de la Christian Science tiene que ser una expresión y aplicación del Amor. Un amor puro hacia Dios y el hombre, no estando adulterado por la apatía, la malicia o el falso amor, conecta el tratamiento con la omnipotencia irresistible del Principio, el poder de la Verdad para eliminar el error. Cuando la comprensión de la presencia y el poder del Amor y de la Verdad impregna la consciencia humana, cuanto hay de limitativo y falto de armonía se ve forzado a ceder. “La Verdad, la Vida y el Amor son una ley de aniquilación para todo lo que sea su desemejanza, porque no proclaman sino a Dios” (Ciencia y Salud, pág. 243).

Hoy en día se habla mucho en los círculos médicos del poder del pensamiento para curar el cuerpo. Como se dice que el cuerpo se repone incesantemente por obra del metabolismo, su estado de deficiencia o desazón se atribuye a los conceptos mentales que se supone regulan esos procesos metabólicos. El pensamiento médico recurre crecientemente a medidas mentales como los remedios psicosomáticos y las diversas formas de terapéutica sugestiva. Pero el esfuerzo de un humano por dominar la mentalidad de otro, por más bien intencionado que sea, no es realmente curativo puesto que en él no es el poder de la Verdad lo que se ejercita. Tales métodos carecen de la potencia que produce los resultados que hallamos en la Christian Science. También son lamentablemente incapaces de estimular o desarrollar la habilidad del propio paciente para responder inteligentemente a las exigencias de Dios y así establecer y mantener su propia comprensión de la salud verdadera. La Christian Science, el poder de la Verdad para libertar aplicado al estado de consciencia humana del paciente, lo deja libre para responder a la sabiduría y al amor de Dios y así quedar sano. Esta Ciencia satisface toda necesidad del humano pensar. Es Ciencia exacta, teología auténtica y eficaz medicina, y es además en último análisis sana filosofía y práctica psicología utilizable.

Si un tratamiento de la Christian Science no produce instantáneamente la curación completa, ¿qué hacer? Si nos esforzamos por aplicar las reglas matemáticas a algún problema que no nos salga bien y lo logramos descubrir y corregir inmediatamente el error, eso no nos perturba. No perdemos nuestra confianza en las matemáticas, ni siquiera en nuestro conocimiento de las verdades matemáticas. No hacemos más que persistir pacientemente en la aplicación de la regla al problema dado hasta descubrir el error y corregirlo. En un tratamiento científico-cristiano puede ser que se requiera paciencia hasta que veamos que la Verdad ha consumado su trabajo perfecto.

A veces parece que la mente humana puede aferrarse a un equívoco aun después de que uno reconoce la verdad contraria. Si al encontrarse uno en alguna ciudad que desconoce tiene una impresión al revés de los cuatro puntos cardinales, puede corregirla mirando una brújula o el sol o las estrellas. Pero todavía después de haberse cerciorado el desorientado dónde está el notre y el sur, suele a veces prolongársele esa desorientación aunque ya sepa que es falsa. Sin embargo, si persiste uno en reafirmarse en lo que ya sabe de los puntos cardinales corrigiendo constantemente la falsa impresión y ampliando su reconocimiento y su satisfacción de saber a punto fijo su orientación, la falsa impresión cede ante la correcta, y así desaparece toda sensación de al revés. De igual manera en el tratamiento de la Christian Science, al insistir pacientemente en la declaración y la ampliación de los hechos contrarios al falso testimonio según requiera el caso, el error acaba por ceder completamente, disipándose. A medida que avanzamos en la orientación que sabemos es la correcta, a medida que vivimos expresando de continuo la Verdad y el Amor, hallamos que la enfermedad, el mal y la mortalidad ceden ante el amable poder de Dios. Gratitud incesante hacia Dios y una apreciación cada vez mayor del bien o de lo que de bueno ya se ha logrado son estímulo definitivo para la curación.

Podemos entender mejor el tratamiento de la Christian Science si estudiamos la Biblia a la luz de esta Ciencia. Las declaraciones escriturales de la Verdad fundamental sacan a luz sus diversas fases y aplicaciones. Por supuesto que hay que distinguir estas expresiones absolutas de la Verdad, el Verbo inspirado de la Biblia, de las descripciones del error que se requieren a fin de exponer el mal y de mostrar el progreso humano que se logra. Nuestra habilidad para utilizar eficientemente el poder de Dios en los tratamientos de la Christian Science se desarrolla progresivamente cuando estudiamos la Biblia y el libro de texto de la Christian Science y cuando utilizamos constantemente lo que aprendamos como base para nuestra vida diaria. El Cristo, la Verdad viviente — Dios con nosotros — está aquí para sanar y bendecir, para traer salud y felicidad tanto a nosotros mismos como a los demás.

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