Hace veinte años me hallaba en una condición en la que nada podían hacer por mí cinco médicos, por lo cual me pareció conveniente consultar a un especialista. Me dijo: “Es usted toda nerviosidad y necesita una operación en el cuello, pero en su estado actual es imposible operarla.” Me indicó que no había auxilio médico para mí en ninguna parte.
Pero yo había oído hablar de la Christian Science y de las muchas curaciones que se habían logrado con ella, y pensé que la probaría. Obtuve de una amiga un ejemplar de The Christian Science Journal en el que aparecían muchos testimonios de curaciones y los nombres de los practicistas. No habiendo ninguno cerca de donde vivía yo, escribí a una practicista y me contestó que me daría tratamiento. Adquirí de una sala de lectura de la Christian Science un ejemplar de “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy. Leyendo ese libro, y con el tratamiento en ausencia y las cartas en las que me daba ánimo la practicista, sané gradual pero completamente.
Me siento también agradecida a la Christian Science por haberme curado de un reumatismo en ambos hombros, de daño sufrido en la nariz, de hinchazón en los pies y en las rodillas y de inflamación en un costado. Yo agradezco mucho la Christian Science.—La Haya, Holanda.
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