Los que han logrado compenetrarse en cierto grado de la realidad espiritual que revela la Christian ScienceNombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”. están profundamente agradecidos. Se dan cuenta de que les ha advenido el Cristo, la revelación y comprensión de Emmanuel, “Dios con nosotros.” Está fuera de duda que el Cristo, o sea la verdad del ser, ha aparecido en la Christian Science. Por lo cual ésta es inevitablemente Cristiana, y es al mismo tiempo Ciencia, y como tal, demanda ser entendida y demostrada. Esto implica un punto que talvez no haya sido comprendido del todo y por lo tanto requiere más énfasis.
En la página 26 del libro de texto de la Christian Science, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras,” su autora Mary Baker Eddy escribe: “Aunque adoramos a Jesús, y el corazón rebosa de gratitud por lo que él hizo por los mortales,— caminando a solas en su jornada de amor hasta el trono de la gloria, en silenciosa agonía explorando el camino para nosotros,— con todo eso Jesús no nos ahorra una sola experiencia individual, si seguimos fielmente sus mandatos; y todos tienen que beber la copa del doloroso esfuerzo en la proporción en que lleguen a demostrar su amor, hasta que todos sean redimidos por el Amor divino.” ¿Qué copa es esa “del doloroso esfuerzo” que mismo Cristo Jesús pidió pasara de él? ¿No es la experiencia por la que todo estudiante de la Christian Science, y en verdad toda persona, debe pasar al enfrentarse con el mal para demostrar su carencia de poder y realidad? ¿Puede alguien enfrentársele y demostrar ésto en lugar nuestro o por nuestra cuenta? No. La redención es claramente individual. No hay salvación vicaria. Ni Jesús, ni nuestra amada Guía, ni un profesor de la Christian Science, ni un practicista pueden en último análisis hacer eso por nosotros.
“Pero,— preguntará alguien —¿porqué dice Mrs. Eddy ‘la copa del doloroso esfuerzo?’ ¿Tiene que ser doloroso?” No, ni tiene que ser ni debería ser. El dolor lo causa la renuencia de los sentidos personales o sea la resistencia material de parte de la consciencia humana individual. El esfuerzo es doloroso en la proporción en que el mal logre inculcarnos su pretensión de que es real. La prueba a que nos sometemos puede parecer dolorosa a los sentidos humanos, pero el resultado es gozoso. No hay que olvidar eso.
Dice nuestra Guía en Miscellaneous Writings (Escritos Diversos, pág. 114): “Contad con la seguridad de que Dios en Su sabiduría ha de someter a prueba a toda la humanidad y en toda cuestión; y entonces, si nos halla fieles, nos librará de la tentación y nos mostrará la impotencia del mal,— su nulidad absoluta.” Esta prueba por la que todos tenemos que pasar es la copa que tarde o temprano han de beber todos los Científicos Cristianos, y en verdad toda persona. Mas la inspiración espiritual de la Verdad disipa por completo todo elemento doloroso. Según se entiende en la Christian Science, beber la copa es ser espiritualmente devoto, estar constantemente alerta a nuestros deberes (Manual de La Iglesia Madre, pág. 42); es consagrarse uno al bien; es purificación manifiesta en curación; es la utilización de nuestro conocimiento científico de que el bien todo lo abarca a fin de aniquilar la supuesta mentira de la dualidad o la pluralidad de las mentes.
Ha de notarse que en todas las obras de nuestra Guía y en todas las publicaciones oficiales o autorizadas de nuestra Iglesia aparece significativamente el emblema de la cruz con la corona. Sólo mediante la cruz puede uno ganar la corona. Y, como explica Mrs. Eddy, la cruz es la copa — la necesidad de enfrentarnos prácticamente con el error, la mentida mente mortal, probando así que no es nada.
Estamos llamados a estudiar inteligentemente y a demostrar la Ciencia infinita del ser. ¿Puede esperarse que logremos entender tan inconmensurable Ciencia sin estudio ni esfuerzo de nuestra parte? Al estudiar las matemáticas, ¿no lo hacemos paso por paso? Nadie espera brincar de simple aritmética a trigonometría o a cálculo infinitesimal. Todo el procedimiento progresivo en esta materia se concierne con vencer nuestra ignorancia de las matemáticas. Y en nuestra comprensión de la Christian Science avanzamos de igual manera: gradualmente, no a brincos y a saltos, sino encarándonos resueltamente con la ilusión de la materialidad en sus millares de manifestaciones y probando con gozo la irrealidad de cada una de sus engañosas sugestiones.
Los estudiantes de la Christian Science a veces necesitan cuidarse de no presuponer meramente una comprensión metafísica que no han demostrado. Una cosa es captar intelectualmente un punto de la metafísica cristianocientífica, y muy otra probar tal punto en práctica demostración. Un pensador cuerdo no se deja llevar de una impresión de su propio entender particular y personal, o sea de su egoísmo, para asumir una posición espiritual que no ha demostrado. Hay una vasta diferencia entre percibir intelectualmente una verdad metafísica y utilizarla de hecho científicamente, disipando así el error o la ilusión con la visión espiritual real y efectiva.
Por supuesto que nada hay de deseable ni de encomiable en el temor o el miedo. Es a ojos vistas una creencia humana. Así y todo, en vista de que nadie ha demostrado del todo ser inmune al temor, no hay que avergonzarse de admitir que a veces uno es víctima de esa emoción. Es posible que haya algunos estudiantes que pasen por alto enfrentarse específicamente con el mal, no porque ya hayan demostrado su dominio sobre él, sino porque tengan miedo de ponerse cara a cara efectivamente con su pretendida realidad, demostrando así que no es nada. Pero el soldado verdadero de Cristo no anda con evasivas. No teme beber la copa del Cristo.
El temor fundamenta toda la consciencia mortal. No hay ni una sola de las mentiras mesméricas de la mente mortal que tú y yo estemos llamados a hacerle frente, en la que no asome algún elemento de temor. El temor es un estado mental por el cual parecen pasar todos al vencer el mal y demostrar su irrealidad. Las palabras de Jesús con referencia a esta copa son hoy tan imponentes como cuando las profirió (Mateo 26:27–29): “Bebed de ella todos; porque esta es mi sangre, la sangre del Nuevo Pacto, la cual es derramada por muchos, para remisión de pecados. Pues os digo, que en adelante yo no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.” Habiendo probado con gozoso valor mediante la curación que Dios es todo y es único y que el mal no es nada, hoy podemos nosotros beber de la copa de Cristo en el reino del Padre — en nuestro consciente estar al tanto espiritualmente del ser del hombre, indestructible y eterno.
Refiriéndose a esta declaración de Jesús, dice Mrs. Eddy en Miscellaneous Writings (Escritos Diversos, págs. 124, 125): “En proporción a su progreso espiritual, ¡el hombre en verdad que beberá de la copa de nuestro Maestro, y será bautizado con su bautismo! será purificado como por el fuego — el fuego de los sufrimientos; entonces tendrá parte en la expiación que exige el Amor, ‘porque a quien ama el Señor, le castiga.’ Entonces también reinará con él: se elevará hasta saber que no hay pecado, que no hay sufrimiento; puesto que todo lo que es real, es justo.” Y añade: “Entonces beberá de nuevo la copa de Cristo, en el reino de Dios — el reino de la justicia — dentro de él; se sentará a la diestra del Padre: se sentará; no estará de pie esperando cansado, sino que descansará en el seno de Dios; descansará en la comprensión del Amor divino que sobrepuja todo entendimiento; descansará, en el que ‘conocerle a El correctamente significa Vida eterna,’ y a quien amamos, sin haberle visto.”