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“Vete, y no peques más”

Del número de abril de 1952 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El tema del pecado ha desconcertado a teólogos y moralistas. Mary Baker Eddy percibió con claridad espiritual la naturaleza engañosa e ilusoria del pecado, su irrealidad absoluta y completa. Escribe en Retrospection and Introspection (pág. 67): “El pecado era, y es, la mentida suposición de que la vida, la substancia y la inteligencia son tanto materiales como espirituales, y sin embargo, independientes de Dios.” Mrs. Eddy comprendió que, puesto que Dios es Todo y llena todo espacio, el pecado no tiene lugar que ocupar. Vió que no se basa en la Verdad, que no se fundamenta en el Principio, y que para continuar depende por completo del falso pensar humano.

Para razonar bien hay que fundarse en el reconocimiento de que Dios, el bien, es el único creador del hombre. Los Científicos Cristianos aceptan el primer capítulo del Génesis, en el que consta que Dios se declaró enteramente satisfecho de todo lo que creó, “que era muy bueno,” como su autoridad para sostener que el hombre es espiritual y perfecto. El hombre es hijo cabal del Padre, y la espiritualidad, perfección, inmortalidad y santidad son suyas por derecho divino. No hay error o falsa creencia capaz de ofuscar al hombre que Dios creó o de encubrirle su entidad divina.

Jesús, el Maestro del Cristianismo, demostró para todos los hombres y para todos los tiempos la gran realidad de la existencia espiritual. Y Mrs. Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Christian Science, dilucidó sus enseñanzas y repitió sus curaciones. Ambos demostraron mediante la razón y la revelación que no existe más hombre que el espiritual. Puesto que el hombre nace de la Verdad y del Amor, en realidad no puede haber ni mente descarriada ni mente que descarríe, ni hombre que peque ni hombre contra quien pecar, ni anhelos ni deseos insatisfechos, ni afanes que no cuadren con los sentidos del Alma.

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